26 oct 2019

Francisca Valenzuela, la batalla perdida

Foto en Rock & Pop
Hace un año había destacado la más reciente canción de Francisca Valenzuela con la que parecía haber recuperado el rumbo perdido desde su anterior disco, sin embargo lo de 'Héroe' ha puesto en evidencia la desorientación artística de la cantante de 32 años, convertida en mejor ejecutiva que cantautora. 

Ya son 13 años desde que 'Peces' debutó en la radio y hasta ahora la promisoria carrera de Francisca Valenzuela se ha estancado en discos cada vez menos novedosos y recientemenre nuevos sencillos que demuestran sus busquedas artísticas tras la temporada que se concentró en la gestión de su festival feminista Ruidosa, algo que le ha dado réditos de credibilidad e intéres mediático que no tendría solo con sus canciones. Pero en medio de esa reflexión para lo que sería su música habían aparecido en el medio chileno otras voces femeninas como Mon Laferte, Cami o Paloma Mami que superaron con creces sus años de desarrollo, entonces el escenario para un próximo disco de Valenzuela que antes sonaba sola en la radio cambió.

Recuerdo cuando hace años uno de sus colaboradores me hizo escuchar antes el disco 'Tajo abierto' muy entusiasmado y convencido decía que iba a ser el disco internacional que estaban buscando hacer, pero después de la primera escucha se lo advertí "lo siento, eso no va a pasar" y lo adelanté en este mismo blog.    

Alguien me preguntaba hace unos días ¿cuál ha sido la magia de Valenzuela que sale por todos lados? Primero; La buena gestión, desde un principio se dedicó a conversar y conocer el medio, antes de todo lo estudió (era alumna de periodismo en la UC). Segundo, que tenía un demo muy concreto como 'Peces' que le permitió entrar a la radio y hacer primer un disco con oído radial (asesoría de Marcelo Aldunate exdirector de la radio Rock & Pop y los hermanos Durán de Los Bunkers) junto a que las FM necesitaban una voz femenina distinta a las noventeras dependientes de la nostalgia (como Javiera Parra y sus muchos covers). Cuarto; Supo encontrar en el discurso feminista un nicho para fortalecer su faceta musical, por primera vez en el pop chileno había una joven cantante que podía resultar una entrevistada interesante (y no solo hablar de su cambio de color de pelo, de la criancia de los hijos o del tributo que prepara para una abuela famosa). Lo demás lo ha decidido el público. 

Pero Francisca Valenzuela salió varios veces de Chile y tuvo un fuerte trabajo de internacionalización que  fracasó, a pesar de que hizo todo de la manera correcta sus canciones -que es lo que realmente importa- no convencieron fuera del territorio nacional, prueba de esto sus números en redes y que practicamente no actúa fuera de Chile. "La Fran tuvo lo mejor, y estuvo en todos lados, y no pasó nada en ninguna parte. A la Fran yo la metí con la mánager de Miguel Bosé y de Alejandro Sanz y de Ana Torroja. A la Fran la manejó ella, hasta ahora. Nada" reconoció Alfonso Carbone, ejecutivo de Feria Music a cargo de sus dos primeros discos, en el libro 'Es difícil hacer cosas fáciles' de la periodista Javiera Tapia.
 
La agencia RLM le consiguió a la chilena el apoyo internacional de la cadena 40Principales que la programó en todas sus emisoras en hispanoamerica y este año fue rostro de una campaña de Spotify pero todavía hay que algo que no sucede con Valenzuela y que dudo que vaya a pasar a está altura. Es que muchas veces cuando sacas las canciones de su contexto original (circuito, cultura, lenguaje, entorno y fanáticos) no dicen mucho y no ofrecen nada nuevo ni distinto. Por eso aquí en España si entró Javiera Mena de manera independiente y no Valenzuela a pesar de contar con todo los medios de la influyente agencia de Rosa Lagarrigue (¡hasta Camila Moreno es más distinguida entre periodistas especializados y algunos músicos!). Pero también ocurre porque cuando las cosas están hechas de forma tan calculada resultan frías y al público que no está influenciado por los adornos simplemente no le gusta.
 
"Si ya teníamos una Julieta Venegas ¿para qué otra más? y esas letras..." me decía una conocida colega de Valenzuela (por cierto, una con la que aparece en la foto en La Moneda) bastante envidiosa por lo que había logrado la joven y en que también en otros tiempos los sellos invirtieron un montón de plata en posicionarla pero que tampoco resultó como se esperaba. "Todas ibamos a ser reinas.... y aquí 'tamos" asumía la colega.

'Héroe' es el resultado de una carrera matemática que podría permanecer orientada a la gestión de otras causas como la interacción entre mujeres dedicadas a la música algo que Valenzuela muy bien ha hecho y puede seguir liderando, pero musicalmente no ha salido de su laboratorio y zona de confort que le da el medio chileno (aunque viva en Los Ángeles) y probablemente su mejor momento creativo ya sucedió. Todo esto camino a un disco nuevo que no necesitamos y que tal vez ella se está forzando más de la cuenta en hacer.
 
No olvidemos que Julieta Venegas, su principal referente, después de un par de discos exitosos a nivel hispanoamericano ( y Limón y sal) entró en un arrastre de lanzamientos fallidos (Otra cosa, Los momentos, Algo sucede) de los que no se pudo recuperar y ahora vive en Buenos Aires de los réditos de sus mejores años. ¿Qué sucedió? En esos años también Natalia Lafourcade empezó a hacer mejores discos, apareció Carla Morrison o la chilena Mon Laferte y la formula de Venegas quedó sonando antigua. Esto ha pasado y va a volver a pasar.

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Francisca Valenzuela; A puro piano (2008)

25 oct 2019

Mon Laferte enfrenta su primer fracaso

El regreso al escenario del Festival de Viña sería la última posibilidad para revertir la baja sostenida de sus lanzamientos tan variados como inofensivos, hasta ahora la carrera de Mon Laferte se defiende y sostiene en el éxito de 'Tu falta de querer' tema que podría condenarla a una lucha permanente contra su propia identidad artística como algo que encontró en esa canción pero que ha desvirtuado en todo lo que ha venido después.

Cuando Mon Laferte produjo 'Vol.1.' (2015) estaba sin dinero, acompañada de amigos y cantando para pocos interesados fueron muy pocos los que en Chile se daban tiempo en escucharlo porque en el fondo era la "ex Chica Rojo" que se había cambiado de nombre y disfrazado de rockera en México. Incluso cuando meses después fue anunciada como parte del Vive Latino la prensa de su país apenas la mencionaba entre los chilenos en el cartel. En esos años los medios musicales todavía gastaban su atención en nombres como Francisca Valenzuela o Camila Moreno que a ojos del periodismo tenían más proyección o importancia. Solo cuando el éxito de Mon Laferte se hizo evidente en México (bajo la firma de Universal Music) es que se fijaron en sus logros y en el 2017 la prensa de Santiago se subió al fenómeno recompensando los años de indiferencia con rendición y total beneplácito. 

Esto es más duro que una baja en las encuestas
Condecendencia y culpa que ha bloqueado toda posibilidad de crítica o cuestionamiento hacia la cantante que, en su ascendente e indiscutible furor, ha lanzado bajo la maquinaria de Universal Music dos nuevos discos insulsos (La Trenza y Norma) y durante este 2019 una seguidilla de singles ligeros e incoherentes (Chilango Blues, Canción de mierda, Paisaje japonés) con núneros que superan la media de cualquier chileno en redes (vive en un país con una población totalmente superior) pero que son beneficiados por el arrastre de 'Tú falta de querer' que por muchos millones de diferencia sigue siendo su tema más escuchado y el más esperado de sus conciertos. Todo lo demás ha llegado por derroche incluyendo su otro popular tema en dueto con Juanes, su single más comercial fabricado por el poder multinacional (el feminismo y lucha social para las fotos del Instagram).

Pero en medio de las exitosas giras en vivo de la cantante los ejecutivos discográficos buscan resolver el fracaso de sus nuevas canciones e intentan desesperadamente probarla en distintos estilos por si algo funciona. Y es por eso es justo recordar que antes de 'Vol.1' la cantante había grabado dos discos con los que no había pasado nada y que su tercer intento resultó precisamente por la visión y despojo con el que se hizo, sin embargo ahora con todos los recursos y posibilidades sus temas nuevos no convencen fuera de sus fieles, no sorprenden y solo delatan una confusión artística porque a pesar de su mucha voz, carisma y potencial vigente Mon Laferte como compositora es limitada y podría estar condenada al éxito de una canción irrepetible (como el Cariño malo de Palmenia Pizarro en su generación). 

La primera crítica que se ha podido leer al respecto ha sido la de Marcelo Contreras en el diario La Tercera que se atrevió a ocupar términos como "autocondescendencia", "sobreactuación", "irregular" y "oscilaciones" despertando la furia de los admiradores de la cantante acostumbrados a los buenos titulares de los comunicados de prensa, los mismos que no se han dado el tiempo de mirar las bajas en sus números digitales y ausencia en las listas (Norma entró el lugar 24 del Top Latin Álbum del Billboard pero ya no estaba a la semana siguiente). 

Es cierto que desde Chile todo el éxito de Mon Laferte se ve enorme y mayor, indesmentible que bien la ha ido, más todavía si se compara con la realidad de otras cantantes chilenas como Francisca Valenzuela que a pesar de sus muchos intentos no le resultó con sus discos fuera de territorio nacional. Pero en los tiempos que corren habrá que acostumbrarse a los aciertos virales, a la buena fortuna de algunas canciones concebidas por la industria (como 'La Macarena' y el 'Despacito') y a la proliferación de fenómenos para distintos tipos de público (bandas de metal o pop japónes que llenan grandes recintos) pero también a diferenciar cuando estamos ante artistas con un estilo propio que son capaces de ir más allá del éxito que se ganan o adjudica a su momento. Esa diferencia que existe entre una moda y un clásico.   

Y cuando estás en la industria la música es una competencia, aunque algunas no lo quieran asumir, y la evidencia con Mon Laferte es que acá algo no encaja, llenando conciertos pero un repertorio mayoritariamente difuso, desabrido y en directa baja comercial (que es lo que importa a su sello multinacional). La visibilidad e influencia del Festival de Viña del Mar en febrero quizás pueda ser la instancia para que esta fabulosa intérprete pueda defender esas canciones y diferenciarlas de lo que podrían ser las últimos beneficios de una gran fortuna llamada 'Tú falta de querer'. 

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12 oct 2019

IMI Chile y una industria musical inexistente

Bajo el discurso de promover la música chilena en el extranjero el Consejo de la Cultura gasta varios millones de pesos al año enviando a una veintena de delegados a hacer presencia en ferias y festivales del mundo (Canadá, Francia, Estados Unidos, España y otros) giras que hasta ahora no son más que paseos turísticos financiados por el Estado.


En el 2012 gané a través de un concurso en la feria Amplifica organizado por el CNCA un pase al MIDEM, feria de industria musical en Cannes, una acreditación que tenía como costo 600 euros pero yo tendría que financiar pasaje, estadía y gastos. En esa misma edición viajaron otras 15 personas como parte de una delegación seleccionada de voceros o representantes de algún tipo de música chilena (mánagers, sellos, agencias, artistas, medios de comunicación) a los que se les financió en parte o su totalidad pasaje, estadía, acreditación y viáticos. La verdad es que asistí por experiencia y entender cómo funcionaba este tipo de encuentros, de los que solo había leído pero que me sirvió para identificar que existe una industria en el mundo en la que Chile no forma -ni es- parte y que el espacio comprado por el Consejo de la Cultura no transmite nada. Igual está bien Cannes para ir a pasear.

 
Año 2017 y asistí de manera independiente por primera vez al Primavera Pro, feria de industrias musicales en Barcelona, donde también cada año llega una treintena de chilenos como parte de la comitiva IMI Chile (Industria Musical Independiente) a promover lo que ellos llaman "la música chilena". Un espacio comprado por el CNCA para que se presenten 3 bandas seleccionadas por IMI y los chilenos acreditados puedan generar vinculos con representantes de agencias o sellos españoles. Aunque tanto el 2017, 2018 y 2019 (que he asistido) están los mismos delegados promocionando sus grupos nuevos sin mucho recorrido y cuestionable proyección (a Miss Garrison los llevaron por el mundo para luego disolverse) y con menos de 40 personas viendo los showscase, la mayoría chilenos residentes. Porque en general son bandas que ni siquiera tienen escena en Chile menos aún en España donde tampoco están interesados en contratar nuevos grupos latinoamericanos (denlo por descartado). Aunque esos grupos vienen y tocan por la experiencia y la promoción que significa decir que fueron al "Primavera Sound" sin ser parte del cartel oficial se presentan en un escenario alternativo, pequeñito e instrascendente. 
 
Pero ¿de qué sirve mandar todos los años a un grupo de 30 personas a promocionar música chilena si no se consiguen siquiera una invitación al festival más cercano de su tipo? como por ejemplo el Río Babel de Madrid que selecciona lo mejor del rock pop latino y donde hasta ahora ningún chileno ha sido parte.  Y la única vez que el festival Mar de Músicas de Cartagena contó con artistas nacionales fue todo pagado por el gobierno chileno, España solo hizo la invitación.
 
En Río Babel si estuvo Mon Laferte pero que tiene sello internacional y agencia local que la representa, también Pascuala Ilabaca participa desde años porque tiene un sello español que gestiona su carrera en el circuito europeo de "músicas del mundo", como Soledad Vélez residente en Valencia con sello local y Javiera Mena que autogestionó siempre sus visitas a España y tiene un nombre ganado por mérito propio. Pero ¿qué ha desarrollado el Consejo de la Cultura o IMI Chile tras todos estos años de inversión?

Nada que demostrar. 
 
También se inventaron su propia feria de música en Valdivia (Fluvial) todo con fondos del Estado y la Corfo (que seguro ni se enteran lo que están financiando) donde invitan expositores internacionales para contarles un cuento sobre una "industria independiente chilena" inexistente, con artistas que no cortan tickets, con discos que muy pocos conocen y giras internacionales que sin los fondos del estado no se sustentan ni podrían hacer. A eso le llaman "industria independiente" una que depende completamente de lo que el Estado y gobierno de turno entrega como cuota de apoyo a la música chilena, solo por cumplir y sin análisis ni evaluación de fondo.
 
Tendría, tal vez, más validez si estás comitivas promovieran algo más que sus productos "indies" y se definiera un catálogo de música país más amplio, gestionaran expositores o conversatorios para mostrar lo nuevo pero también difundir la historia y legado de artistas que si han sido marca país en el extranjero (Lucho Gatica, Quilapayún, Los Ángeles Negros, La Ley, Gondwana, etc) y otras músicas, sonidos o instrumentos que tienen que ver con la identidad del país que dicen representar. Pero eligen bandas que a la primera salida al extranjero colapsan por falta de recorrido y pasas por al stand de Chile en el festival Primavera Sound y venden poleras o bolsas de IMI Chile y discos de grupos incipientes que no aparecen ni en Google. Eso está muy lejos de una marca país.  
 
Pero en esto de "independientes" (dependientes) sobrepone una superioridad moral y artistica bastante vacía y ajena a la realidad porque antes de hablar de industria debiesen por lo menos ser capaces de generar un mercado propio.  

9 oct 2019

La Cumbre y una historia de lealtad

Después de la fiesta de lanzamiento de la segunda Cumbre del Rock Chileno en La Batuta el año 2009 fuimos con Juan Andrés Ossandón, director del festival, a cenar a un restaurante continúo de la Plaza Ñuñoa a festejar la asistencia e interés de los medios y los músicos.  En eso le comentó "pero extraño que no llegara ..." y Ossandón "no te lo había querido decir pero me mandó un mensaje; Juan Andrés mucha suerte con tu evento pero mientras esa persona que ataca a la SCD trabaje contigo ni la Sociedad de Autores ni yo como músico apoyaremos La Cumbre del Rock" decía (un artista con quien trabajé y tuve una relación cercana de amistad). El mensaje se refería a publicaciones en este mismo blog contra los músicos que utilizaban el directorio de la SCD para acomodar sus respectivas carreras como autopremiarse con un Altazor. Eso significó que existiera un lobby institucional para que la gente que trabajaba conmigo me despidiera porque sino "se verían involucrados en una demanda de la SCD contra Roberto Carreño". Amenaza que también vino de la pareja del artista y gerente de una influyente radio presionando a mis clientes. Obviamente que eso tuvo costos y perdí trabajos, sin embargo uno de los que no cayó ante la presión y defendió mi derecho a crítica fue Juan Andrés Ossandón. Y ante esa firme la lealtad yo no puedo responder sino de la misma manera. 

La Cumbre del Rock Chileno fue un proyecto de Ossandón junto a su hermano Cristián, desde un principio, en el que algunos formamos parte estable en sus cinco ediciones realizadas y una sexta que se canceló en tres ocasiones este año, el pasado fin de semana de manera definitiva. Es lógico que el medio musical cambió a lo que era el 2007 en su primera edición y que las posibilidades de sorprender han ido disminuyendo (no pasa mucho en el rock nacional desde hace rato) y optamos por disminuir la marca a solo "La Cumbre" proyectando esto a algo que pudiera cubrir aún más estilos y generaciones. Pero a las grandes marcas la "música chilena" y el "rock chileno" les sigue pareciendo algo menor, popular y poco sofisticado (por eso nadie compró publicidad en la Radio Uno aunque tenía más auditores que los programas conducidos por influencers de la tele). En contra del prejuicio y cambios de modelo Ossandón insistió con hacer esto de todas maneras, el 2012, el 2018 y está versión final en la que ha quedado la sensación de un fracaso rotundo.
  
Desconozco cifras pero supongo son bastantes millones en perdidas en recursos -y credibilidad- para sus realizadores, para los equipos de trabajo, artistas y el público que compró su entrada hace más de un año o la semana pasada, todos tenían un plan y optaron por ir a La Cumbre porque les resultaba interesante escuchar tanta música chilena reunida. Y en eso tocamos un tema más de fondo respecto a los eventos con entrada liberada (pagados por el gobierno, intendencias, SCD o algunas marcas) en comparación a una producción que si tenía que dar un valor al ticket, no solo porque era su forma de financiamiento sino porque se buscó hacer la diferencia y demostrar que los músicos chilenos si podían convocar vendiendo entradas y ser protagonistas en un gran evento (en otros festivales los chilenos son adorno o el relleno).  

La realidad con eventos como el Día de la Música hasta el 2007 era que iban 20 mil personas al parque pero después esas bandas eran incapaces de llenar la Sala SCD con 300. Y después de La Cumbre se hicieron festivales con mucha presencia del rock nacional como Vive Latino, Frontera, La Fonda Permanente o el más reciente Cosquín Rock, que tampoco resultó ni se volvió a hacer.

La Cumbre del Rock Chileno marcó un hito importante en un proceso que la única música chilena que salía en la tele eran los concursantes de Rojo Fama Contra Fama, y lo del Estadio Nacional lleno cantando con Jorge González fue muy simbólico para su carrera, también para otros como Sexual Democracia que pudo demotrar el arrastre que tenían sus temas después de tantos años o Los Bunkers consolidados en ese escenario. Entre muchas otras postales de rock y pop nacional que La Cumbre permitía darle visibilidad, como el debut en un escenario grande de Mon Laferte a pocas semanas de explotar su fenómeno en Viña del Mar, La Cumbre siempre salió favorecida en la sensación ambiente y muchas bandas afirmaban el semestre y el año tras su participación porque el evento les daba una cobertura que en otros festivales sería casi imposible de conseguir frente los artistas extranjeros.   

No voy a publicar todo lo que pienso respecto a los errores que se cometieron (internamente ya lo he hecho saber) y de seguro todavía quedan cosas por reflexionar y disculpas por pedir, que lo he hecho personalmente con quienes siento me corresponde. Pero para mí lo de La Cumbre revela la crisis de mercadillo local saturado y poco comprometido, con instituciones y artistas que salvan el mes con eventos de entrada liberada pero que no aportan nada a la escena y distorcionan totalmente la realidad, porque en el discurso se dicen muchas frases populistas y se inventan encuestas que el público quiere más "música chilena" pero a la hora de promover imponen a Consuelo Schuster y Sinergia acomodados por el lobby institucional, y habría que revisar cuántos recintos estos llenan por si mismos.

Lamentable que esta historia haya finalizado así pero puedo garantizar que nunca hubo mala intención detrás de esto y que lo que siempre intentó su productor era hacer un festival que elevará el ánimo y modelo de trabajo para la escena local, en parte se logró y por eso muchas bandas estaban o querían tocar en La Cumbre porque era una instancia única para la música nacional -así como fue la Radio Uno hasta hace unos años- pero que en el modelo actual no se hace sostenible en el tiempo. 

Largas jornadas pensando en la artística, en propuestas e ideas que muchas resultaron y otras no, pero La Cumbre se trataba de eso, no era solo pegar artistas con otros. Selección que por supuesto incluía a varios que no suenan en mi casa y aquel artista traicionero del 2009 que cuando corresponde también he defendido. 

Y pasando todo este derrumbe Juan Andrés Ossandón, un amigo al que considero un tipo muy capaz y creador por naturaleza, sabe que contará conmigo las veces que sea necesario porque la lealtad no se destruye con nada y antes que muchas cosas a ambos nos moviliza la música, cosa que no pueden decir ni demostrar algunos de los que se quejan o burlan de la cancelación.    

@soycarreno


P.D: Por trabajo viajé durante años con un artista que si actuaba en eventos gratuitos organizados por Municipalidades grandes y pequeñas, comunas donde sería imposible llegar de otra manera porque no hay recintos ni capacidad y por supuesto que ese público merece acceder también a a grandes espectáculos, eso no lo cuestiono. La diferencia está es que esa misma artista llena teatros de Miami a Buenos Aires o el Movistar Arena con tickets de valor internacional y sin fondos del estado que muchos otros recurren para poder salir de Chile. Una combinación de trayectoria con dirección artística. Otros sin fondos del Estado no llegan ni a Antofagasta pero hablan que tienen "carrera internacional".