25 oct 2019

Mon Laferte enfrenta su primer fracaso

El regreso al escenario del Festival de Viña sería la última posibilidad para revertir la baja sostenida de sus lanzamientos tan variados como inofensivos, hasta ahora la carrera de Mon Laferte se defiende y sostiene en el éxito de 'Tu falta de querer' tema que podría condenarla a una lucha permanente contra su propia identidad artística como algo que encontró en esa canción pero que ha desvirtuado en todo lo que ha venido después.

Cuando Mon Laferte produjo 'Vol.1.' (2015) estaba sin dinero, acompañada de amigos y cantando para pocos interesados fueron muy pocos los que en Chile se daban tiempo en escucharlo porque en el fondo era la "ex Chica Rojo" que se había cambiado de nombre y disfrazado de rockera en México. Incluso cuando meses después fue anunciada como parte del Vive Latino la prensa de su país apenas la mencionaba entre los chilenos en el cartel. En esos años los medios musicales todavía gastaban su atención en nombres como Francisca Valenzuela o Camila Moreno que a ojos del periodismo tenían más proyección o importancia. Solo cuando el éxito de Mon Laferte se hizo evidente en México (bajo la firma de Universal Music) es que se fijaron en sus logros y en el 2017 la prensa de Santiago se subió al fenómeno recompensando los años de indiferencia con rendición y total beneplácito. 

Esto es más duro que una baja en las encuestas
Condecendencia y culpa que ha bloqueado toda posibilidad de crítica o cuestionamiento hacia la cantante que, en su ascendente e indiscutible furor, ha lanzado bajo la maquinaria de Universal Music dos nuevos discos insulsos (La Trenza y Norma) y durante este 2019 una seguidilla de singles ligeros e incoherentes (Chilango Blues, Canción de mierda, Paisaje japonés) con núneros que superan la media de cualquier chileno en redes (vive en un país con una población totalmente superior) pero que son beneficiados por el arrastre de 'Tú falta de querer' que por muchos millones de diferencia sigue siendo su tema más escuchado y el más esperado de sus conciertos. Todo lo demás ha llegado por derroche incluyendo su otro popular tema en dueto con Juanes, su single más comercial fabricado por el poder multinacional (el feminismo y lucha social para las fotos del Instagram).

Pero en medio de las exitosas giras en vivo de la cantante los ejecutivos discográficos buscan resolver el fracaso de sus nuevas canciones e intentan desesperadamente probarla en distintos estilos por si algo funciona. Y es por eso es justo recordar que antes de 'Vol.1' la cantante había grabado dos discos con los que no había pasado nada y que su tercer intento resultó precisamente por la visión y despojo con el que se hizo, sin embargo ahora con todos los recursos y posibilidades sus temas nuevos no convencen fuera de sus fieles, no sorprenden y solo delatan una confusión artística porque a pesar de su mucha voz, carisma y potencial vigente Mon Laferte como compositora es limitada y podría estar condenada al éxito de una canción irrepetible (como el Cariño malo de Palmenia Pizarro en su generación). 

La primera crítica que se ha podido leer al respecto ha sido la de Marcelo Contreras en el diario La Tercera que se atrevió a ocupar términos como "autocondescendencia", "sobreactuación", "irregular" y "oscilaciones" despertando la furia de los admiradores de la cantante acostumbrados a los buenos titulares de los comunicados de prensa, los mismos que no se han dado el tiempo de mirar las bajas en sus números digitales y ausencia en las listas (Norma entró el lugar 24 del Top Latin Álbum del Billboard pero ya no estaba a la semana siguiente). 

Es cierto que desde Chile todo el éxito de Mon Laferte se ve enorme y mayor, indesmentible que bien la ha ido, más todavía si se compara con la realidad de otras cantantes chilenas como Francisca Valenzuela que a pesar de sus muchos intentos no le resultó con sus discos fuera de territorio nacional. Pero en los tiempos que corren habrá que acostumbrarse a los aciertos virales, a la buena fortuna de algunas canciones concebidas por la industria (como 'La Macarena' y el 'Despacito') y a la proliferación de fenómenos para distintos tipos de público (bandas de metal o pop japónes que llenan grandes recintos) pero también a diferenciar cuando estamos ante artistas con un estilo propio que son capaces de ir más allá del éxito que se ganan o adjudica a su momento. Esa diferencia que existe entre una moda y un clásico.   

Y cuando estás en la industria la música es una competencia, aunque algunas no lo quieran asumir, y la evidencia con Mon Laferte es que acá algo no encaja, llenando conciertos pero un repertorio mayoritariamente difuso, desabrido y en directa baja comercial (que es lo que importa a su sello multinacional). La visibilidad e influencia del Festival de Viña del Mar en febrero quizás pueda ser la instancia para que esta fabulosa intérprete pueda defender esas canciones y diferenciarlas de lo que podrían ser las últimos beneficios de una gran fortuna llamada 'Tú falta de querer'. 

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