29 ene 2007

"La Pauta Escondida"

“Por favor que vuelva el Rinoceronte, si eso me libera de una semana sin Kenita Larraín en las páginas de espectáculos. Que vuelva el Rinoceronte y orine frente a la sala de la SCD haber si algún periodista se le ocurre entrar y ver qué se está haciendo por el arte en Chile" El pasó de la Pequeña Gigante y el Rinoceronte por Santiago no sólo irrumpió el caminar de miles de transeúntes, también fue capaz de movilizar las pautas editoriales de espectáculos como nunca antes un montaje local ha logrado repercutir. Como un acto inédito, ningún medio de comunicación pudo excluirse del fenómeno y los diarios de circulación nacional otorgaron una importante cobertura a la intervención de la compañía francesa Royal Deluxe. ¿Podríamos decir que esto es un triunfo comunicacional para la cultura?, ciertamente no, porque al pasar de los días nada hará que estos mismos espacios de prensa destinen cobertura a los proyectos locales, por lo que nuestros montajes, obras y conciertos seguirán siendo deleite de una elite informada. ¿A dónde y a cuántos están dirigidas las páginas de Cultura y Espectáculos en Chile? Es decir, por qué es está la única sección de los diarios locales que trabaja sólo con exclusivas cuando se trata de arte nacional, ¿por qué cuándo el acierto lo publica la competencia ya esa información es descartada para un segundo artículo?, es qué acaso no existen más opiniones, ¿otro punto de vista? Curiosamente las publicaciones para el área de la cultura están ciertamente limitadas a perseguir y “golpear” con la información que la competencia aún no edita. Extraño, si lo comparamos con la información en las páginas de Política, Internacional o Deportes que completan la publicación, en donde la noticia siempre es la misma, “Conflicto en la Alianza”, “Chávez Ataco Duramente a Bush” o “Colo-Colo Ganó”, pero difícilmente las páginas de espectáculos coincidan en (por dar un ejemplo) “Disco de Oro para Lucybell” y no ceder espacio si no es exclusivo del medio, ¿es qué no habría mérito en esto?, o ¿debo culpar al Clan Rojo de haberle quitado el valor a los galardones de ventas? “Por favor que vuelva el Rinoceronte”, si eso me libera de una semana sin Kenita Larraín en las páginas de espectáculos. Que vuelva el Rinoceronte y orine frente a la sala de la SCD haber si algún periodista se le ocurre entrar y ver qué se está haciendo por el arte en Chile. Y que la Pequeña Gigante vaya al cine a ver “Padre Nuestro” y la recomiende, y que se junte a tomar té con los títeres de Teatro Cinema (La Troppa) para que los canales de televisión los conozcan. Aunque quizás ya se informaron por la prensa cuando la compañía decidió disolverse, ocasión en que los diarios dedicaron bastantes centímetros a la polémica ruptura, como nunca antes a sus obras en cartelera. En los diarios casi no existe espacio para los nuevos artistas. Son varios los montajes, obras, discos, muestras, conciertos, exhibiciones y trabajos que son marginados a los medios más especializados. ¿Por motivos de espacio o disposición?, ciertamente, yo lo asumo como una condición. Me consta que en el cine sólo interesan los elencos con famosos, para el teatro actores de televisión, y para la música, para qué decirlo, sólo unos cuantos nombres. Salvo Publimetro, La Nación, La Hora y un espacio en Primera Fila de Las Últimas Noticias los diarios no escriben de nueva música chilena, y eso es preocupante pensando en que tarde o temprano los viejos clásicos se extinguirán y habrá que empezar a reconocer otras historias. Los chilenos no sólo nos impactamos con las obras de Dylan, Almodóvar y Royal Deluxe, también pasaron y suceden cosas estimulantes en el arte local, y con la difusión y expectativa, generada por los mismos medios, perfectamente Santiago, y Chile, podría vivir constantemente en eventos multitudinarios en donde el arte y el talento sean los protagonistas. Quizás todavía no existan muñecas ni animales gigantes pero si artistas y creadores muy talentosos que son capaces de movilizar las mentes de un pueblo saturado de farándula (desde Kenita a Britney). Pero si es necesario invertir otros 400 millones para que un cuerpo de arte extranjero venga a movilizar las mentes y replantear la importancia de la cultura, significa que seguiremos rodando en torno a lo mismo otros 17 años de democracia. Porque esto es el Chile de hoy, y ningún diario de este país puede vender de sólo lo que ocurre en el exterior, y si el Cuerpo de Política, Economía, Deportes lo comprueban es tiempo que la dirección editorial de Espectáculos y Cultura reaccione frente a los meritorios esfuerzos de artistas locales, y que por vocación persiga y describa los movimientos y efectos de nuestro patrimonio. No necesitamos más “Animales” asechando nuestras consciencias y decidiendo por nosotros, pero si se requieren más “Gigantes” de alma para movilizar a este pueblo dormido, acomplejado, reducido, y moderado. Y la motivación debe partir de un punto de referencia que se llama educación, y esa enseñanza es responsabilidad es compartida, y la prensa escrita representa un importante agregado en la discusión, y ciertamente hasta ahora, el panorama es sospechoso. ¿Qué tanto puede importar el último éxito de taquilla de los Estados Unidos si el film aún no ha sido estrenado en Chile?, ¿Cuánto puede significar la muerte del integrante de Mammas and the Pappas en un país como el nuestro? y ¿por qué no hacer un especial con La Cumbre del Rock Chileno? En este difícil camino que es hacer arte en Chile los esfuerzos de los creadores deben ser el doble, no sólo para demostrar los alcances de sus talentos, sino además deben invertir y diseñar nuevas redes de comunicación con los posibles espectadores, señales alternativas a los medios de prensa masivos que por condición exigen la presencia de “rostros” en la propuesta antes de ceder un espacio. ¿Cuántos talentos hemos exiliado hasta nuevas fronteras?, ¿por descuido?, ¿por desconocimiento?, ¿tiempo o falta de interés? Y entonces llega este gran montaje internacional y repercute en todas las pautas a tal nivel que pareciera que nada más paso en Chile durante el último fin de semana. Entonces, si la cultura movilizo a la gente, si el arte fue capaz de interrumpir las avenidas y transformarse en tema de debate, por qué no seguir en la misma senda y reconocer más de lo nuestro. A veces soy lo menos nacionalista que puede haber, pero esta vez creo que la conversación atraviesa las banderas y posiciones, porque para mí las manifestaciones artísticas son de todos y forman parte clave en el desarrollo intelectual de un pueblo, y este país es tremendamente limitado en ese sentido, y me temo que muy pocos medios de comunicación han asumido esa responsabilidad sobre los hechos. Quiero críticos y reporteros en terreno, registrando y proponiendo nuevas perspectivas, proponiendo nuevos desafíos para los creadores y la ambiciosa audiencia, que más que grandes inversiones gubernamentales espera agitar la mente y nuestra historia. Y quién sabe, si en algún rincón de este país, hay más de algún Rinoceronte escondido dispuesto a desordenar esta larga espera por identidad y cultura.