13 ago 2020

La pandemia trap y la inercia del pop chileno

La música pasa por uno de sus peores momentos y no me refiero a las causas de la pandemia del COVID-19 sino a la pérdida de sustancia y artistas que merezcan más atención que un par de singles. Incluso los discos más recomendados de la última década por las diferentes listas ya se diluyeron, no se producen clásicos y cuesta identificar quiénes van a trascender fuera de su contexto. El caso chileno no es la excepción aunque parece no importar mucho.


Si tengo que elegir un álbum de la última década pienso en 'Racine carrée' (2013) del artista belga Stromae que además de sus millones de reproducciones vendió 2.5 millones de copias, un álbum de pop y música dance que resultó toda una sorpresa en el viejo continente pero que tras su impacto el músico anunció su retiro de los escenarios. La historia de un éxito efervescente que se detuvo antes que muchos otros llegaran a descubrir el resto de sus temas (su clip 'Papaoutai' supera los 700 millones de reproducciones en Youtube).

Miles son los fenómenos que ocurren paralelamente a ese mundo propio que cada uno lleva con sus gustos personales de siempre o por la circunstancia (como la nostalgia en cuarentena). Porque por mucho que se piense que internet democratizó el acceso a la música no tantos cruzaron la vereda de lo que escuchaban antes en la radio: Adele o Coldplay son la prueba vigente del conservadurismo musical que en otras décadas ha representado Celine Dion y U2 respectivamente.

Pero el estado actual se divide entre lanzamientos digitales -en su gran mayoría- irrelevantes y reediciones en vinilos de discos clásicos que habíamos perdido en CD. Los temas pasan rápidamente o con mucha fortuna enganchan por un tiempo pero nada comparable a un disco antiguo de The Cure o los primeros de Lucybell. Los más jóvenes se identifican con una sonido "urbano" que a algunos nos parece demasiado estético, liviano y pasajero (los mayores de 35 muchas otras modas hemos visto pasar) y entre el exceso de oferta cuesta imaginar a quién del sonido actual podríamos seguir viendo en diez o veinte años más sobre un escenario.

La pandemia "trap" lidera premiaciones y las listas del Billboard pero la culpa tienen los propios músicos pop que para competir se han pasado al estilo con duetos y forzados cruces musicales (lo de Laura Pausini, innecesario). Pero he visto dos veces en vivo a J Balvin -el rey del asunto- y no tiene la convocatoria ni furor que siguen produciendo clásicos latinos en tour como Luis Miguel, Chayanne, Marco Antonio Solís o Marc Anthony, entonces no nos engañemos por los titulares ni la sensación ambiente que conduce la industria como Spotify con listas manipuladas y que los medios de comunicación replican sin contrapunto. 

Tampoco se trata de que todo el urbano está mal hecho y de culpar a sus representantes de la falta de guitarras, las bandas y cantantes de siempre tienen su parte, llevan años sin sacar mejores discos y se están manteniendo con reversiones orquestadas o en vivo de ellos mismos recurriendo al repertorio más conocido y han dejado libre el camino de las novedades. Por su lado las revelaciones del llamado "Nuevo pop chileno" no tuvieron el crecimiento que se creyó podría tener (Dënver y Astro se disolvieron) y algunos se mantienen con algunos adornos en el discurso pero nada relevante en lo musical.

¿Un disco chileno de la última década? me sigue gustando 'Acuario' (2012) de Manuel García aunque fue un disco de transformación que no ha tenido continuidad en su discografía, o interesante lo de Juan Pablo Abalo pero muy de nicho. Desde el tributo de Los Bunkers a un famoso trovador castrista (2010) que un disco de rock chileno no suena masivo.

¿Cuál podría ser una solución para salir de la inercia? Volver a un trabajo más colectivo que en su inversión artística y comercial incluya la figura de un Director Artístico (A&R) que durante años fue el puente entre los artistas y las compañías a cargo del desarrollo, una época de trabajo (1992-2002) que dejó varios clásicos de la música chilena. Los A&R aportaron una visión más amplia que la suelen tener los músicos (bandas, cantantes) sobre sus temas, el (la) mánager y el productor musical, o al menos un punto de vista diferente al que se está produciendo en el estudio, hace rato los grupos y solistas más conocidos están encerrados entre los mismos colaboradores y eso se delata en la forma que están sonando, por lo tanto no sorprenden ni tampoco llaman la atención de nuevos públicos. 

Mientras eso ocurre no está mal volver a discos pasados y reencontrar esa música que sucedió antes que nacimos o que dejamos pasar por juventud, descuido o prejuicio. No por estar al día en música vamos a ser más cultos ni más interesantes, aunque te traten de kitsch, cebollero o pasado de moda, mucho mejor es estar orgulloso de lo que escuchamos por gusto y no por lo que dictan algoritmos o las tendencias de alguna red social. 

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