24 sept 2008

SIN MÚSICA NO HAY PARAÍSO

La música en instantes, momentos, en oportunidades y durante la vida. Beber un buen vino no sería lo mismo sin una buena canción y enamorarse nunca hubiese sido lo mismo sin la banda sonora apropiada. Por eso resulta imposible no recordar tantas canciones vividas cada vez que pienso en lo que debió ser o pudo haber sido.
Recuerdo mi infancia y la radio AM que tocaba a Manolo Galván, uno de esos grandes interpretes latinos, que sin la imagen ni el marketing que sobrevaloró el efecto de algunos solistas de la época, expresó una de las bandas más profundas de la canción romántica. Ninguna otra voz puede lograr lo que Galván consiguió en "Por qué te Marchas Abuelo", "Deja de Llorar" o "Porque Te Quiero Tanto", temas de un amor valiente, real y único. El artista argentino regresa a Santiago para actuar en el Teatro Caupolicán el 19 de octubre junto a Monolo Otero y "La Incomparable" Cecilia. Una noche de grandes canciones, recuerdos y la presencia de tres figuras irrepetibles en la música hispana.
Las canciones de Leonardo Favio producen un efecto propio. Es una versión tan pasional y expresiva del amor, como carictura pero también como una forma de vida. Hay registros en Youtube emocionantes y la última vez que lo vi actuar en vivo en Santiago me saco lágrimas de la garganta. Casualmente la última vez que fuí a Buenos Aires, mi amiga Florencia Ruiz me invitó a la presentación del único cortometraje que Favio filmó (en Argentina tiene una reconocida trayectoria como cineasta y director de películas), un trabajo perdido por 30 años y que un estudiante de cine habría redescubierto. Para mi sorpresa, Leonardo Favio asistió esa noche. Y aunque simple vista ya no tiene la fuerza y vitalidad física de antes, su figura sigue siendo imponente. Su personalidad es única, la de un artista jamás vencido, de esos que ya viven más allá del mal y del bién. El protagonista de una historia increíble, frente a la cual me siento tan pequeño y de la que nos han quedado hermosos trozos de poesía, música y racionamiento humano.
Brindo por las buenas canciones, por el amor y todo esto que llega con la música. No imagino el mundo, a Santiago ni mi vida sin música. Por eso siento que alguna vez deberemos dar las gracias por está facultad y la ventaja que hemos tenido de escuchar, sonar y comunicarnos. Cada música es una sola por si misma, y la podemos transformar en nuestra memoria de la manera que cada uno y cada quien quiere sentirla, sin importar por cuánto tiempo más seguirá vitalizando nuestra historia. Sin música no hay paraíso y no hay paraíso que no quiera tener una banda sonora.