21 ene 2007

Soy Gay en el Chile de Hoy

"Estos 10 años que han pasado entre Gonzalo Cáceres y Jordi Castell no han valido de nada, e intelectualmente nuestro Chile está donde mismo lo dejo la despenalización de la sodomía." La confesión de Javiera Mena durante su entrevista con Revista Paula tomó por sorpresa a la entrevistadora, por lo que el cuestionario original tomó un nuevo rumbo. La periodista creyó estar revelando la intimidad de la promesa del nuevo pop chileno, como si la sexualidad de la joven cantautora fuera argumento de juicio para su obra. Entonces la nota paso de ser la entrevista a la chica de moda a la primera lesbiana confesa de nuestra música. Entonces el repertorio, la historia y las expectativas de Javiera para su música perdieron centímetros en las extensas columnas que insistentemente citaban la vida amorosa de la cantante. La historia de la prensa con confesiones como esta no es nueva para el mundo de la música. La canadiense KD Lang (en la foto) y los norteamericanos Rufus Wainwright, Ani Di Franco y Melissa Etheridge cargan hasta hoy con la estigmatización de sus trabajos, y en algunos casos simplemente han debido optar por una posición diametralmente comprometida. Pero este es Chile, un país tercer mundista, carente de pensamientos liberales y consumidores por tradición, de una fuerte carga cultural conservadora. Por lo que este tipo de destellos mediáticos no sólo sirven para aspirar a algunas páginas de libertad en una revista femenina, también delatan la poca tolerancia que habita en algunos para los que temas como la sexualidad (intima, personal y absolutamente propia) continua siendo tema. Durante años Gonzalo Cáceres fue objeto de burlas y era convocado a la TV como si fuera el único hombre gay que era capaz de decir algo en este país. Y culpo a Pedro Carcuro, Gonzalo Beltrán y todos esos directores de la época que causaron el miedo de miles de adolescentes homosexuales haciéndonos creer que si nos declarábamos terminaríamos convirtiéndonos en personas como Cáceres. Hasta que pronto personas talentosas, reconocidas y de cierta trayectoria en sus respectivos trabajos, como el guionista Pablo Illanes, el fotógrafo Jordi Castell y el escritor Pablo Simonetti decidieron hablar públicamente de sus relaciones, con el mérito de que esas palabras podían identificar a toda una generación de jóvenes que por miedo a la discriminación y a la ignorancia de millones de otros chilenos sus vidas serían limitadas o recluidas dentro de cabaret y a la prostitución callejera. Obviamente, las declaraciones de los personajes citados no pasarían inadvertidas para las revistas femeninas (Caras, Cosas, Paula, hasta la portada de Illanes en El Sábado) que en más de una ocasión han dedicado páginas al estilo de vida gay de ricos y famosos. Pero me pregunto, qué sucede con las fotos de sociales, siempre veo a estos protagonistas solos o con una amiga que encontraron en el evento. Es como el efecto “Machos”, con protagonista gay pero sin pareja, o los chicos de “Cómplices” que eran pareja pero, sin besos. Ahora la TV y la cultura pop tenía en pantalla a hombres talentosos, guapos, creíbles, pero gays. Porque claro, “que desperdicio que sea gay” suelen decir sus admiradoras, que no conformes con las publicaciones de estos creativos discuten, creyendo tener derecho, sobre las conveniencias de sus vidas. Y este país mediocre con pautas editoriales tan limitadas quieren hacernos creer de que con este tipo de reconocimientos, como entrevista a una cantautora lesbiana o publicar columnas del autor de “Madre que Estás en los Cielos” somos progresistas y que avanzamos hacía una sociedad más tolerante. “A la mierda”, mientras en este Chile programas como Morande con Compañía sigan presentando como la gran atracción a un personaje afeminado, caricaturizado y millones de chilenos disfruten de las burlas del conductor, esos pequeños signos de apertura sólo serán vistos como una oportunidad más de las mentes conservadoras por hacernos creer de que somos un país que mejora. Y si, existen avances, pero también las tendencias y las modas, y no me extraña que esto se deba a la exclusiva motivación de algunos por escribir reportajes sobre “música gay”, lo leyeron bien, música con apellido. Ya no basta con intentar catalogar estilos, ahora la división la hace el sexo y sus variantes. Mientras que la TV chilena muestra, por un lado, a homosexuales que hablan de moda y farándula (todos los programas tienen a lo menos a uno), pero ninguno califica para leer noticias, participar en “El Termómetro” o en “Tolerancia Cero”, menos conducir un matinal. Entonces, según las pautas editoriales los homosexuales chilenos tenemos un rol social en la prensa chilena. “Debemos dedicarnos a cahuinear”, para eso servimos, por lo tanto estos 10 años que han pasado entre Gonzalo Cáceres y Jordi Castell no han valido de nada, y geográfica e intelectualmente nuestro Chile está donde mismo lo dejo la despenalización de la sodomía. Todavía no existen leyes que nos avalen legalmente como parejas comprometidas, como posibles padres adoptivos, como personas capaces de elegir libremente lo que queremos hacer con nuestros bienes. Y lo que más me preocupa, es que la Presidenta “Progresista” aún sostenga que esta sociedad no está capacitada para discutir esos temas. Grave, porque en ese caso, ¿qué podemos esperar de la Derecha? De seguro podemos esperar de los conservadores lo mismo que los liberales, que hasta en las mejores conversaciones terminan por catalogar al otro por su condición sexual. “El cantautor gay”, “El fotógrafo gay”, “El bailarín gay”, y así vamos despejando las dudas, hasta llegar de los menos a los más talentosos. Si bien la “salida de closet” de algunos creadores ha contribuido en su emancipación comercial, es grave cuando su condición pasa de ser un antecedente a transformarse en argumento. Por un lado varias revelaciones de personajes públicos han ayudado a las mentes y creencias de varias nuevas generaciones, pero aún el acto de calificar su arte o su personalidad de Gay sigue siendo un gesto calificatorio, y lamentablemente eso no es algo que sólo ocurra en nuestro país, porque hasta en las naciones más liberales la opción sexual sigue siendo una herramienta para el debate. Y en Chile, un pobre recurso periodístico para llenar más paginas de modo de aparentar su apertura editorial. Les propongo darse una vuelta por la vida de muchas personas incógnitas, para que sientan más de cerca lo que es ser gay en este Chile, el Chile de hoy, de seguro hay más talentos e ideas de las que creen saber encontrar. Pero le recomiendo de qué antes de preguntar por su vida sexual averigue más sobre lo que a través de su trabajo puede llegar a hacer, porque ¿ese es el tema no?