Esto es pop y no pretende otra cosa. Kylie Minogue baila y canta lo suficiente para convertir la Pista Atlética del Estadio Nacional en una fiesta. Un espectácular trabajo audiovisual como soporte de un espectáculo de dos horas, donde lo más sorprendente es la calidez de la cantante. Ni sus bailarines ni las tremendas voces de sus coristas logran opacar el desplante y encanto de la Diva, una mujer que rompe el hielo tecnológico para interactuar con el público, unas 10 mil personas que la obligaron a extender su repertorio más de lo considerado, entonando los hits "The One", "I Should be so Lucky" y "Locomotion" para un estupendo finiquito.
La "Homoción" en el público fue categórica y la australiana se despide con la sensación de haber cumplido, porque Kylie vino a dar una fiesta y no clases de música. El pop dance de Minogue puede ser liviano e incluso irrelevante para el género, pero la australiana marca personalmente y con encanto una enorme diferencia con sus posibles comparaciones.
Kylie Minogue es una superestrella pero también una linda mujer, para volverla a ver.
La "Homoción" en el público fue categórica y la australiana se despide con la sensación de haber cumplido, porque Kylie vino a dar una fiesta y no clases de música. El pop dance de Minogue puede ser liviano e incluso irrelevante para el género, pero la australiana marca personalmente y con encanto una enorme diferencia con sus posibles comparaciones.