“Por un pituto” entonaba Sexual Democracia un himno de la Transición que reflejaba al Chile en desarrollo. Y en democracia, el mundo de la política, la cultura y el espectáculo los apitutados ganan más.
¿Quién no ha conocido un tipo poco talentoso y canchero que gana más que los realmente esforzados? Provoca una cierta envidia, sentimientos de rabia, injusticia y desconfianza, pero mejor no perder el tiempo pensando y mejor concentrarse en las responsabilidades propias y actuar por el bien de lo que creemos se debe proteger.
El mundo de las artes y la cultura tiene más especulaciones que grandes sucesos, por lo que la imposición de apellidos y perfiles editoriales producen una influyente condición para el mensaje y su efecto. Tropiezos en la comunicación, tan necesaria como el aire y el agua.
También es verdad que hay muchas irregularidades en el mercado; Privilegios, lobbystas y arreglos que favorecen a unos tantos y que restringe la realidad de unos muchos. Pero eso es el libre mercado y una secuela de la globalización, contra la que ya poco se puede protestar sin contradecirse.
“El Hijastro del Rock Chileno”, por ejemplo, es de esos hombres con poco talento que han tenido la suerte de estar familiarizado con gente poderosa e influyente que le financia, avala, apoya y sostiene su figura, impuesta por el lobby en TV, radios y grandes festivales.
La música popular no se divide entre buenos y malos, sino más bien entre quienes han sido capaces de producir un lenguaje propio y todos esos muchos intrascendentes que la industria, ejecutivos y gente con mucho dinero han tratado de imponer en la gente a lo largo de la historia.
Los hijos de una importante ejecutiva de televisión tienen todo el derecho a tener una banda y sacar discos. Mucho mejor si tienen un buen presupuesto para grabar, difundir y promocionar lo que hacen, porque es su inversión, esfuerzo y elección pero también su riesgo. Pero que en sus primeras entrevistas los anuncien como “revelación” es sospechoso. Y lo mismo queda para famosos animadores de TV, ex bateristas de Lucybell, VJ´s de MTV, locutores de radio y periodistas de farándula que se gastan sus lucas en hacer lo que quieren cantar (pero de su bolsillo).
La vieja industria, la de las multinacionales, durante varios años intentó imponer y exprimir cuanto artista posible pudiera tener un disco, pero de todos esos tantos discos olvidables y olvidados, necesarios o irrelevantes, quedaron momentos invaluables de creatividad y talento. Manifestaciones que tal vez técnicamente no quedaron bien grabados, pero que por su simple calidez lograron romper la barrera de los ejecutivos y ubicarse en los sentidos de la gente. Por eso, quizás todas estas maniobras de algunos por implantar “revelaciones” y “éxitos” no prospere, porque su reconocimiento es superficial, pasajero y sólo representa a un par de ambiciosos.
Todos hemos querido o necesitado un pituto alguna vez, principalmente cuando en la radio suenan esas canciones macabras que amenazan los oídos. Un pituto para las orejas y no tener que escuchar mala música y "un pituto" para todos esos vagos talentos que quieren que alguien los escuche.