8 sept 2008

UN MEDIO PARA CHILE

Tenemos serios problemas. La música chilena vive uno de sus mejores momentos artísticos y no existe un solo medio de comunicación capaz de seguir o hacerse parte del proceso. Pocos fanáticos, estudiantes de periodismo y profesionales usan internet como una herramienta de promoción y difusión de intereses. Y las revistas de música están más pendientes de la moda que sobre corrientes y fenómenos musicales, por lo que estamos ante un escenario mucho menos auspicioso de lo que se cree. Aunque es cierto, la música honesta siempre tendrá un nicho espontaneo y no requiere de mayores comentarios para su evolución, menos aún cuando los propios canales de difusión online disponibles (Myspace, Youtube) son la principal ventana para la presentación y exportación de nuevas canciones. Pero de todas maneras la prensa sigue siendo necesaria para la emancipación y referencia comercial. Pero hay poca seriedad en lo que se escribe y publica. Muchas y tantas revelaciones, mejores discos y promesas incumplidas en la música nacional (Compiuters, Las Jonathan, Tsunamis, Purdy Rocks, Casanova). Partiendo por esas bandas que están lanzando su primer disco y ya anuncian el segundo, que ciertamente nunca llegó porque se pelearon después de un relativo éxito. De hecho, algunos lo intentan años después a través de los reencuentros, muchas veces innecesarios y poco relevantes. Partiendo por lo que fue el sobrevalorado retorno de Los Prisioneros (con el olvidable disco “Manzana”) y Los Tres (el inofensivo “Hágalo Usted Mismo), un solo álbum de lo que fue la renovación de Electrodomésticos y Makiza hasta lo que aparece como lo nuevo de Canal Magdalena y el regreso de Santos Dummont, Ariztia y las Mamma Soul. ¿Era necesario? Tal vez no. Resulta insólito rastrear la poca cobertura que ha tenido el nuevo disco de una banda popular como Los Bunkers en comparación a la atención que gran parte de la prensa musical le dedica a discos y artistas sin mayor proyección artística o comercial que figuran con categoría de revelación. La mayoría de esas bandas llevan años tocando para el mismo público y aún no superan el promedio porque simplemente lo suyo no conecta con más gente, sin embargo algunos profesionales de la comunicación insisten en proyectar un escenario irreal de lo que es la escena capitalina, dejando de lado talentos que probablemente nacieron en tiempos equivocados y que deberán esperar el cambio generacional para ser mayormente atendidos. Santiago se ha convertido en una de las plazas latinoamericanas más importantes para la producción de conciertos internacionales, pero como contraparte, mientras el escenario de las multinacionales es un negocio en alza, la realidad local disminuye entre las pocas oportunidades y condiciones que existen para tocar y difundir talentos en progreso. Faltan medios de comunicación eficientes, capaces de graficar y hacerse parte del proceso. Quizás gastar menos espacios en fotos, apostar por nuevas gráficas y detallar más los contenidos sea una de los próximos cambios que deberían apreciarse en la prensa más dedicada. Mientras que los artistas, músicos deberán entender que el periodismo no es un enemigo sino que muy por el contrario, es un referente entre la comunicación que sucede entre la música y quienes la quieran escuchar. También, entre las peores falencias del mercado chileno persiste la falta de productores dedicados al desarrollo de proyectos, se perturban con el éxito o se confunden sino observan resultados inmediatos. Y en algunos casos, enfrentamos managers que se sienten tanto o más importantes que su representado. Pero eso no se estudia en “Producción de eventos”, esto es sólo practica, que se gana estando atento. Y es un problema cuando te enteras que Javiera Mena o Francisca Valenzuela no tocan en Santiago porque sus managers no quieren “sobreexponerlas”. Ojalá que tras su visita Madonna pueda dejar algunos consejos de lo que es realmente la sobreexposición, antes que les jodan la carrera a dos de las figuras más promisorias del pop nacional. Es ilógico, no hay un solo artista local que haya saturado el mercado actualmente. Comprarse una guitarra y un computador es menos difícil que antes, por lo que gente que graba discos hay mucha, pero no confundir discos con obras, muchos menos músicos con artistas porque las definiciones pueden ser en su mayoría injustas. Aunque insisto, la música más honesta, la real, siempre será más relevante e infinita. La gran diferencia entre unos y los otros que, con más o menos aprecio popular, han sabido alzar la voz y las palabras para concebir obras tan autenticas como representativas. Por eso da lo mismo que los portales alternativos PUNTOCL sólo escriban de las bandas de los chicos con los que les gustaría salir. Pero no da lo mismo que no exista una contraparte más participativa y seria que lo que en general ofrece internet y las publicaciones escritas. Es injusto, pero no existe un solo medio de comunicación que valga la pena destacar en cuanto a difusión de música chilena se trata. Incluso Radio Uno (sólo música chilena) tiene el problema de no filtrar y tocar todo lo que venga con factura local, lo que a veces puede resultar un martirio (pasarse de Sinergia a Gloria Simonetti, a Sabina Odone, no es muy cómodo). Músicapopular es una biblioteca pero su actualización de noticias no es tan inmediata como se quisiera y Emol tiene una mezcla de información tan grande que es difícil poder seguir todos sus contenidos. La única verdad es que el rock nacional no es lo que siempre aparece en las páginas de sociales ni en la cena anual de la SCD. El rock nacional son muchas músicas que se conciben desde distintos ejes geográficos y estilísticos que actualmente vive y evoluciona -o no- a través de internet. Y son medios como Youtube y Myspace los que permiten el trato directo entre emisor y receptor de manera que se produce la más importante de las ciencias, la comunicación. Si se produce comunicación da lo mismo lo que escribió un crítico o lo que creyó otro usuario de la red, la música vive y avanza cada vez que alguien acepta hacerse parte de ella, y aunque muchas veces los medios de prensa forman un papel importante en ese proceso, de nada sirven las estrategias y grandes campañas si esa música no es compartida ni encuentra alguien que la escuche. El pop rock nacional tiene muchas frustraciones pero también varios méritos y logros poco reconocidos por la gran minoría interesada, por eso es importante que aparezcan opiniones y plumas dispuestas a describir ese proceso, de manera que se ratifique un valor que no es tan profundo como los aplausos pero que puede ser importante cuando se quiere revisar una historia tan vapuleada como la nuestra, donde la memoria ha sido duramente maltratada. Las palabras se las lleva el viento, en cambios los libros se consiguen en la biblioteca. El oficio del periodismo necesita recuperar su rol sociocultural y debe tomarse más en serio los sucesos y alternativas posibles dentro del limitado panorama nacional. De no ser así, todo lo que no se escriba puede ser usado en nuestra contra.