14 dic 2007

ANUARIO

"PORQUE 10 AÑOS NO SON NADA" Hace 10 años Revista RockandPop publicó su anuario con reflexiones y predicciones de 1997. Al revisar los textos da la sensación de que los años han pasado en vano. Escriben; Sergio Fortuño (actual radio Concierto y colaborador de editorial Publicaciones Lo Castillo), Gabriel Polgatti (actual radio Play FM y miembro del comite editorial de Revista Rolling Stone Chile), Ana María Hurtado (periodista de Cultura en La Tercera) y el columnista Rafael Gumucio (actual Radio Zero y colaborador de Lun, entre otros medios). ALGUNAS PALABRAS ANTES DEL RECUENTO
POR SERGIO FORTUÑO
Afortunadamente, con el rock no ha pasado lo mismo que con la televisión. Durante el año, la música apenas se asomó por ese mundo gobernado por la autopromoción, la explotación del ridículo y la autocomplacencia. No lo hizo, primero que nada, porque los músicos no generan el mismo interés que los futbolistas, los actores de teleseries, las modelos y uno que otro bicho raro. La música no asegura audiencia.

Hay otras razones, también. Aunque no siempre suceda así, la música tiene inscrita dentro de sí la posibilidad de ser verdadera, de valer por sí misma, de causar remezones. En la televisión, tal como están las cosas, el mundo es una fantasía plácida previamente ensayada, donde constantemente las cosas y las personas están ahí para promover a otras cosas y a otras personas, incluso a ellos mismos, y esa promoción siempre vuelve a la televisión.

Es inútil y obvio quejarse de la televisión. La vemos nos guste o no. Somos libres para dirigir la mirada y los oídos a otras partes. A la música, por ejmplo, donde quizás podríamos toparnos con algo más desafiante, que nos sacuda, que incluso al principio nos confunda.
Decir que la música del último año fue toda mala es ser mal agradecido. Sigue habiendo buenos discos y artistas que tienen algo nuevo que decir y que mostrar. El problema fue otro. Ni el mejor disco, ni la mejor canción, ni el mejor concierto pudieron romper el cerco levantado alrededor de la música por ese otro mundo que gira feliz sobre su eje sin jamás salirse de su trayectoria. En ese mundo, que funciona en sincronía con la televisión, la música es transformada. Como si fuera un pasajero con sobrepeso en su equipaje, se le despoja de todo lo que pueda desestabilizar.
Entonces, la música pasa de ser rápidamente materia prima para comerciales, un imán para captar clientes, una herramienta para estudios de mercado. La música, especialmente en estos días, encarna fielmente el espíritu de la segmentación. Palabras de una sílaba que engloban no sólo preferencias artísticas, sino modos de ser, vestir, de relacionarse.
Este año hubo que uniformarse para exponerse a la música, no escucharla. Las notas apenas se oyeron detrás de todo lo que las rodeó. La industria y los medios de comunicación buscaron algo que los pudiese salvar, que les diera cierto sentido a sus programaciones, que adornara sus portadas, que equilibrara sus balances de fin de año. Entonces se (nos) fijaron (amos) en cómo se hace la música, quién la hace, de dónde proviene. Nunca importó qué dice la música, qué representa, contra qué está y qué apoya.
Nada importante va a pasar mientras no haya alguien con algo que decir ni alguien con ganas de escuchar. No se trata de que la música deje de ser un producto industrial, ni que deje de haber marketing alrededor de ella. No hay hasta el momento una mejor forma para que llegue a nuestras mentes. La industris y el marketing nos unifican. Todo lo demás nos devuelve al aislamiento, nos lleva a exiliarnos en una independencia resentida o a mirarnos el ombligo con gente que piensa igual, habla igual y esuchca lo mismo, sin nunca quedar mal con nadie.
No va a quedar otra que seguir esperando esos buenos discos aislados mientras se suceden los funerales, las despedidas, las reediciones y los recuentos. Aunque esas cosas nos den sueño, es mejor estar despierto para cuando pase el temblor.

HAY QUE ENTRAR A PICAR

POR ANA MARIA HURTADO

La promoción, por una parte, es una tarea titánica en la que hay que lidiar con radios, canales de televisión y medios escritos. Los músicos, por su parte, están obligados a trabajar quizás mucho más de lo que ellos mismos pensaron. Porque cuando la difusión es difícil, y por lo mismo la llegada a la gran masa también, la única forma de potenciarse es tocsando en vivo todo lo que sea necesario.

Lo el trabajo es un punto crucial. Es un hecho que las bandas más requeridas en festivales y salas de conciertos son las mismas que antes se preocuparon de tocar y tocar, como Chancho en Piedra y Lucybell, por ejemplo.

Hay que entender que el resultado de una banda depende de muchos factores: al sello le interesa la promoción en los medios masivos -particularmente en la radio- porque sus ganancias se definen por la venta de discos. El dinero de los recitales es la manera en que los músicos y su equipo llenan medianamente sus bolsillos., lo que además de un triunfo moral para continuar la actividad que les embriaga el alma., les será indispensablepara renovar sus instrumentos y equipos, para pagarle a un sonidista y autoproducir un video o un disco.

Partiendo por las radios, el compromiso con la nueva música es cada vez menor. Es evidente que en estos tiempos la competencia a la que están enfrentadas las estaciones FM es tan feroz, que nadie se atreve a innovar. Hay un esquema establecido que es cómodo para todos, y que de seguro se mantendrá un tiempo más. Por eso, cuando un disco llega respaldado por un sello, probablemente la radio va a tocar el single, porque saben que sus competidoras también lo harán.

Lo que pasa con los artistas independientes es otra cosa. Su difusión se limita a horarios poco cómodos o a entrevistas para rellenar un espacio predeterminado por las pautas formales de los programas. Hay una confusión de prioridades; lo que debería ser el alimento de la programación termina como aliño para la voz de los locutores, a esta altura más importantes que la música misma.

La música buena está, pero no toda llega a quienes caminan con un walkman por la calle. Está en las pocas salas capitalinas que ofrecen música en vivo.

La difusión de música chilena no tiene ninguna relación con la realidad. Hay mucho más de lo que la gente puede saber y tal como están las cosas no se vislumbra un cambio cercano.

Para quienes ven crecer estas escenas, la oficial y la independiente, es clarísimo que el profesionalismo y calidad artística de las bandas ha alcanzado niveles nunca antes vistos. Fue precisamente la poca creatividad lo que llevó al movimiento de los '80 a hundirse para siempre. La gente se aburrió, comprensiblemente, de que le pusieran cualquier porquería en la radio.

Ahora, el panorama es completamente opuesto: son los medios los que no dan cuenta del buen momento que se está viviendo.

¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?

POR GABRIEL POLGATTI

Con un criterio artístico a ratos más que discutible, pero sumando mal que mal nuevas agrupaciones al escaso universo chileno, estas compañias confirman eso sí que una cosa es lo que la industria pretende y, otra, la escena real. Porque el futuro de muchas de estas bandas formadas desde arriba es por lo menos dudoso. Lo mismo, aunque con más honestidad, ocurre con las decenas de agrupaciones que sí se dedican a tocar todos los fines de semana, y que con una autogestión envidiable están intentando construir un público hasta ahora reducido y preocupadamente caprichoso.

Lo extraño es que nada de esto pareció tener, guardando el debido respeto, una relevancia vital. O sea, uno puede realizar un cálculo matemático con lo que llegó y con lo que se fue, y ni la suma ni la resta parecen cambiar el estados de las cosas. Como que queda la sensación de que anda se va a extrañar demasiado. Y ese sentimiento sólo puede estar motivados por dos cosas. O porque casi todo lo que ocurrió el año pasado estuvo ligado a un promedio que es superable pero al cual estamos acostumbrados. O porque definitivamente hay que empezar a acostumbrarse a la idea de que, al menos en el caso del rock, todo tiempo pasado fue mejor.

"1998"

POR RAFAEL GUMUCIO

El año 1998 ya tiene un claro protagonista. El indiscutido vencedor de las últimas parlamentarias. El señor Nadie. Contando los votos blancos, los nulos y los no inscritos, tiene la primera mayoría. El señor nadie no está contra el sistema, es el sistema mismo. Es la sonrida de Lavín que se hizo un lifting político.

Las letras del rok chileno le seguirán hablando al corazón del señor Nadie. Le hablarán de su tema favorito: Nada.

Seremos felices el '98, de eso no cabe duda. Pase lo que pase, seremos felices. El señor Nadie, ese que no es tu vecino, ni tu hermano, ni tus amigos. Ese que tiene people meter en su casa, ese que no ve al Rafeal Araneda pero que le da su popularidad, ese que sin ganar nada siempre triunfa, será feliz el '98. Baja del cobre, dos o tres escándolos de corrupción, un cambio de gabinete y ya está listo el año. El próximo verano, ya en pleno 1999, construirán otro castillo en La Serena. Todos pensaremos en el 2000. Y cuidado, la nueva sensación del play back cumbia llegará al festival de Viña. Festival que después de muchas incertezas, volverá a ser animado por Antonio Vodanovic.

* ESTRACTOS EXTRAÍDOS DE COLUMNAS PUBLICADAS EN REVISTA ROCK AND POP (número 43) EN ENERO DE 1998 CON EL RECUENTO "1997".
SERGIO FORTUÑO SE DESEMPEÑABA, EN AQUEL ENTONCES, COMO EDITOR DE LA REVISTA, PUBLICADA POR SOCIEDAD ROCKADNPOP S.A ENTRE JUNIO DE 1994 Y DICIEMBRE 1998. FOTO EXTRAIDA

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