1 ago 2006

Periodismo Musical

"La Canción de los que Sobran" Algunos mayores de 25 años deben recordar con nostalgia lo agitado que pudo llegar a ser el periodismo musical durante la segunda mitad de la década noventa. Chile era visitado por figuras enormes del pop como Bowie, U2, Bjork y Red Hot Chilli Peppers. Mientras que el rock nacional daba frutos como “Fome” de Los Tres, el homónimo de Lucybell, “El Resplandor” de Carlos Cabezas, “Ser Humano” de Tiro de Gracia y el fenómeno de Joe Vasconsellos. Entonces había información para reflexionar, apoyar y discutir. El extinto Canal2, las revistas Extravaganza, Rock and Pop, los suplementos Zona de Contacto de El Mercurio y Subte de La Tercera, los programas de radio Cuerdas Locales en Radio Zero y la programación más nacionalista de Rock and Pop están en los recuerdos. ¿Será qué ya no tenemos tan buenos discos?, ¿Es qué ya no quedan presupuestos en las compañías de discos para comprar publicidad que permita financiar este tipo de instancias?, o simplemente, es qué a muy pocos les interesa lo que pueda suceder con la música en un mercado tan reducido como el nuestro. Por un lado sabemos que la radio, ya sea latina o anglo, es un negocio muy nutritivo, por lo que se puede deducir que a las personas si le interesa escuchar música. Punto a favor de las canciones. Pero qué sucede cuando el artista o banda que suena en radios produce un concierto tras dos o tres éxitos sonando. Santiago actualmente sólo posee tres teatros para conciertos (Oriente, Caupolicán y Teleton), tres pequeñas salas (Master y las SCD Plaza Vespucio y Bellavista) y el Estadio Víctor Jara y la Pista Atlética del Nacional, recintos que no albergan en su totalidad a más de 24.650 personas. Cifra que se contradice con las más de 100 personas que siguen a diario La Mañana de Pablo Aguilera en radio Pudahuel. Es decir ¿cuántas personas están dispuestas a pagar por un espectáculo musical en Chile? Considerando los más de 65 mil boletos de U2 y los casi 40 mil de Marco Antonio Solís, nuestra capital es un mercado demasiado aislado para las grandes economías, y aunque no falta interés los ingresos de los consumidores están destinados a otro tipo de inversiones antes que en un show musical que no supera las 2 horas de duración y que cuesta, en promedio, el 10% de su sueldo. Entonces, un disco nuevo cuesta más de 10 mil pesos y la entrada para el concierto de lanzamiento vale 15 mil, ¿puede invertir un universitario promedio en una revista musical especializada que cuesta 2.500? Quizás si se consigue las fotocopias del libro que debe leer, podría. Y cuando trabajamos y nuestras preocupaciones son cancelar cuentas, pagar los boletos de las ultimas vacaciones y tener al día la cuenta corriente, entre el trabajo, la familia y los niños (propios o sobrinos) ¿queda tiempo para leer una revista musical? Quizás en los ratos de ocio sea un buen pasatiempo visitar las noticias online de Emol, SupernovaPop y Inrokuptibles, para estar más informado de lo que esta pasando en materia musical. Porque si no sabes que U2 vino a Chile a presentar un nuevo disco es que tu disco duro le falta actualización. Los últimos intentos en Chile de revistas musicales fueron Play y Picnic, ambas iniciativas independientes que contaron, gracias a una buena gestión previa, con inversionistas y auspicios suficientes para su marcha. Intentos que luego de un año en las calles se desvaneció por falta de presupuestos. Y aquí nace otra discusión muy recurrente, ¿da Santiago de Chile para tener 2 revistas de música en papel couche? Por eso, hay que considerar los esfuerzos de los hermanos Mujica (Francisco y Fernando), que a comienzos de la década noventa se atrevieron a poner en las calles la imagen de una desconocida Bjork en la portada de Extravaganza, una revista muy humilde en términos estéticos pero tremendamente valiosos en su contenido. Escuela de algunos de los mejores cronistas de música actual como Marisol García, Cristian Araya, Arturo Figueroa y Fernando Mujica, entre otros. Hasta hoy muchas personas sienten nostalgia por lo que fue la época de revista Extravaganza que como espacio de información logro abrir los oídos de un montón de personas ajenas al mundillo más intelectual y cosmopolita que viajaba por el mundo buscando nuevas propuestas. La labor de Extravaganza fue mostrarnos a muchos delfines del fin del mundo que haya afuera pasaban más cosas de las que las radios, MTV y las revistas de moda podían contar. Pero ahora los más inquietos debemos conformarnos a lo que el mundo online y radios como Concierto, Zero, Horizonte y Duna se atrevan a mostrar. De prensa escrita impresa, sólo información importante que tenga relación con nombres de los que ya se ha dicho más de lo merecido, aunque revista Rolling Stone, 1320 y Rockaxis permanecen contra la corriente tratando de contar y definir lo que en términos musicales esta motivando al mundo. La programación de Radio Universidad de Chile y el espacio “De Local” en Carolina suman puntos en el ecosistema, que durante los últimos años se ha visto principalmente invadido por productos de menor calidad técnica y artística extraídos de una televisión cada vez más reducida. Yo siento nostalgia cuando leo las ediciones que tengo guardadas de Extravaganza y la colección completa de Subte. En esa época el mundo del espectáculo y la música me parecían más lejanos e incluso a veces incomprensible. Por eso quizás hoy no sea tan interesante para mí leer las declaraciones de Lucybell, Pánico o Shogun como lo fue en alguna época. ¿Será por qué ya desperté de esa ingenuidad que esconde el mundo de las comunicaciones y del trabajo que son las entrevistas? Pero si debo asumir que compro Rockdeluxe y que leo mensualmente Rolling Stone, porque me interesa, pero ¿a cuántos realmente les puede servir leer la crítica del último disco de Sonic Youth? Lo único que sé respeto a lo dicho es que me gustaría poder acceder a un periodismo musical más osado, más atrevido y menos convencional. Porque ya sabemos que las visitas de Shakira y Robbie Williams son noticias, y que por si solos merecen cobertura, pero también puede ser muy atractivo para nosotros, los lectores más ambiciosos, encontrarnos con una nota en extenso al último trabajo de los todavía inquietantes Rolling Stone, el siempre empeñoso Beck o la cada vez más aislada Pj Harvey. Y por qué no, leer un artículo con la nueva camada de bandas y artistas locales que por una u otra razón merecen ser más escuchados. Como en los viejos tiempos, donde Mujica no tenía miedo en poner a una “alternativa” Pj Harvey en portada o dedicarle un extenso reportaje a la banda chilena Pánico, promesa del punk indie de la época y que tras su estadía en París y extensas giras en Europa logran romper las barreras editoriales. Quién sabe señores, y mañana tenemos a una Javiera Mena sonando en España y Argentina, Gepe llenando salas en Francia o Perrosky sonando en un importante festival de rock alternativo de Europa, por eso, las apuestas son ahora, con las cartas sobre la mesa. ¿Quién apuesta primero? DISCOS CHILENOS, LA NUEVA GENERACIÓN 2000: Casanova, Javiera Mena, Leo Quinteros, Matorral, Gepe, Makiza, Las Lilits, Fredi Michell, Rosario Mena, Jirafa Ardiendo, Ramires, Perrosky, CHC, Usted No, La Mano Ajena, Dadalu.