Ver las calles de Santiago bañadas en afiches de conciertos puede ser la mejor demostración de la gran actividad que existe en la capital chilena, pero para ser un país pequeño y de sueldos bajos hay 2 realidades que a mí no me coinciden. Algo está pasando pero no necesariamente es lo que más se ve y escucha. Los altos valores de tickets por entrar a un concierto internacional, la competencia de las ticketeras, auspicios, revendedores y canales TV que producen conciertos en un pequeño mercado que se transformó en un gran negocio.
Parecía imposible mirando desde el lejano y poco influyente Chile pero después de mucha espera y negociación grupos como U2, Radiohead y Madonna han visitado el país. Los mejores y más importantes Tours internacionales consideran Santiago como una plaza importante para la región, pese a ser la más pequeña y desconocida ciudad en relación a Río de Janeiro, Buenos Aires y el DF mexicano. Con 7 millones de habitantes la capital chilena se convirtió durante esta década en uno de los escenarios más cómodos y responsables de ruta musical en América Latina, con varias productoras internacionales instaladas y un público humilde pero fiel que está dispuesto a pagar los costos de haber nacido en un país como Chile y endeudarse si es posible para no faltar a la cita con su banda favorita.
Tickets que superan los 350 dolares (más económico 50 dolares promedio) parecen ajenos para un joven chileno que en promedio debe tener un sueldo que no supera los 400 mil pesos (750 dolares), pero la industria multinacional y el libre mercado le permite que a través de tarjetas de crédito todo está al alcance. Y tenemos recintos que sólo trabajan con una ticketera y que son exclusivos de alguna marca de telefonía, canales de TV que se asocian a la producción de eventos, entre canjes, alianzas y otras exclusiones que el público financia.
Pero incluso con vistosos abusos de parte de esta industria y las falencias que se mantienen en las localidades donde suceden los conciertos el público invierte y paga gran parte de sus ingresos en la cartelera. Pero hay algo que no me coincide, ¿hay tanto dinero para llenar 5 conciertos internacionales en una misma semana? Puede ser que son públicos distintos, pero sean los padres, los hijos o los novios, algo se está arriesgando en el bolsillo familiar. Pero también existe la duda de cómo se llenan todos estos recintos con tanta marca e intereses en esto, no soy economista pero algo está pasando que es válido cuestionar.
Muchos conciertos se hacen sabiendo de que no serán negocio y que incluso van a pérdida, pero se producen por lobby para mantener los vínculos con agencias internacionales. Y como ya es sabido, las productoras no tardarán mucho en recuperar esa inversión en la próxima visita de una figura estelar.
Es muy común ir a conciertos, como invitado al VIP (la pobre definición que tenemos para una "exclusiva" zona frente al escenario) y encontrarse con todos los amigos y medios invitados. Creo que muchas veces no somos más que el relleno de los eventos, con alcohol, canapés y promotoras que alguien financia.
Por otro lado las calles tapizadas de conciertos firmados por las principales productoras internacionales instaladas en Chile se apoderó de las pocos muros que tenía la música chilena para difundirse. No sólo tienen la mayor parte de los medios de comunicación y prensa, también tienen más inversión para cubrir todas las murallas posibles de la capital. Y está claro que es imposible que los artistas nacionales comparen sus presupuestos y valores con los extranjeros, aunque a veces ganan mucho más.
No hay tanto espacio, periodistas ni tiempo en medios para cubrir todo, entonces la prioridad son las figuras internacionales que pasan por Chile. Salvo excepciones del rock pop local es muy poca la cobertura, atención y el interés de la prensa con la música chilena.
Anoche coincidieron en Santiago, Faith No More, Il Divo, Juan Gabriel y la chilena Nicole. Parecía una tarea difícil, hice la prensa para el concierto del artista mexicano en el Movistar Arena y a la vez el de Nicole en Teatro Nescafé de las Artes (curioso, dos recintos con nombres de marcas. Aunque que aclaro que a mi no pagan más por mencionarlos). No habían periodistas en turno para cubrir todo y se debe insistir para que exista una mínima o máxima cobertura pero en mi caso no la pago a nadie por llevar una nota, y es mi misión a través de la información diferenciar los eventos para los que trabajo, y con más o menos público habían fanáticos y prensa en los 4 eventos que se realizaron a la misma hora anoche. Yo sólo pude presenciar dos. Increíble, ni como invitado ni acreditado se puede estar en todo, y se nos están pasando muchas cosas por el costado.
Están pasando cosas en Santiago pero no es todo lo que vemos o nos alcanzamos a enterar. Que se produzcan muchos conciertos puede ser positivo pero creo que es un mercado que si no toma medidas va a colapsar. Y las diferencias entre la música chilena y los shows internacionales no es un tema de exigir por ley un telonero nacional para cada concierto, sino que empezar a poner más atención en lo que verdaderamente sucede. Chico Trujillo y De Saloon son ejemplos de cómo el rock nacional es popular y rentable sin depender de la prensa, o como Gondwana sin grupos políticos o sindicato que los financie son la banda chilena que más toca en el exterior.
Aunque lo más rescatable de todo esto es que hay público para todo, sea Ricardo Arjona o Mike Patton, hay audiencias activas que le han dado valor a los espectáculos en vivo. Lo que no necesariamente habla de mayor consumo cultural porque para eso se debe hacer un análisis profundo sobre por qué y cuánto se está pagando.
La gente sólo quiere pasarla bien y pagar menos, pero creo que por ahora después de un evento en el Club Hípico o la Pista Atlética la salida no se disfruta tanto, y más encima seguimos pagando demás. Algo está cambiando, pero no es precisamente lo que el público que paga por un concierto escucha y ve.