Yo ya perdí la confianza en los dos últimos amigos que me quedaban en el ejercicio de la farándula. Sorprendentemente la gente por justificar su sueldo es capaz de reproducir hasta lo que leyó como graffiti en el baño de un bar. Nada para pelearse ni quitarle el saludo a alguien, pero no saben cuán terrible es sentir que no puedes confíar en quien creíste antes.
Este tipo periodismo es naturalmente cómodo, donde no existen los riesgos porque funciona en base a opiniones muy personales y a fuentes sin nombre. Un ejercicio investigativo que consiste en pautear a alumnos en práctica y enviarlos con una cámara a perseguir y preguntar todas las tonteras que se le puede pasar por la cabeza a los profesionales. Un cuestionario inútil pero que a veces divierte, no por la inteligencia y humor de quienes practican este cuestionado estilo de prensa, sino por la pena que da ver a un estudiante - a veces titulado- que se pasó 5 años en la Universidad para terminar preguntadole a la modelo de turno si bailó o no con el deportista de moda la noche anterior.
No es que yo quiera definir qué es una pregunta interesante ni cuáles son las noticias que importan pero para hacer farandula sólo se necesita una careta y ser muy desgraciado. Y para eso no necesitas matricularte en la Universidad, sólo haber sido de aquellas que le robaba los novios a las amigas en el colegio o el prototipo de maricón -no asumido- que siempre acusó a sus compañeros con la profesora.
Ese es el tipo de gente que levanta el diploma universitario y el libro de la moral y las buenas costumbres para publicar ante el país lo triste y miserables que son sus vidas, tanto así que su trabajo depende de lo que a otros les pase. Matrimonios, embarazos, pololeos, todo sirve, sino se inventa. La felicidad de algunos es la mesa de comer de otros.
Maldita y asquerosa farándula, tan pobre y mediocre como la nuestra no hay. Le faltan cojones a nuestros faránduleros para preguntarle a un gay famoso si tiene pareja o por su virginidad a una menor de edad que hace toples. O vergonzoso como descuartizan a cuanta línea editorial pueden menos la propia, que como todos siempre tienen nombres, figuras e instituciones que cuidar, ¿o usted no ha escuchado de los intocables en este país?
Entonces no crea nada de lo que dicen o escriben, nada. Todo es manipulado y viene desde la desesperación por rellenar páginas o horas de televisión. Pero como además son incapaces de generar contenidos propios a partir de un punto de vista personal o como equipo, la pauta de este tipo de medios está casí siempre negociada. Si al final el acuerdo es productivo para todos, para los medios que rellenan y para las figuras -que necesitan de esto- para ganar pantalla.
La farándula es la hija mal parida del periodismo, la hermana puta del espectáculo, la que hace lo que los otros reniegan hacer y la que sostiene gran parte de las casas editoriales, unas con mejor papel que otras pero cahuín de todos modos.
¡Oh maldita farándula!, tan lejos y tan cerca, intrusa, agobiante, ordinaria y fascista. Te veo, te leo, te sigo, pero yo no me sentaría en tú mesa.
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