12 ago 2007

Música Chilena en La Nación Domingo

"Mientras decidimos qué se hace con la nueva música chilena y cómo rescatamos y valoramos todo aquello que paso, se agradece el interés y el razonamiento de LND con lo que a esta altura de las encuestas vendría a considerarse la contracultura de un país que baila mucha música pero que no escucha"

LND se ha convertido en la principal vitrina de difusión y espacio de opinión para el rock nacional. Las columnas semanales de la periodista Marisol García y nuevos artículos, entrevistas y panoramas destacados del rock local validan a la edición dominical de La Nación como el principal medio de la contracultura. (las revistas de Cultura de La Tercera y Artes y Letras de El Mercurio no cubren nueva música chilena, salvo aisladas menciones) La edición de LND, hoy, entrega varias claras razones para mi argumentación. El reportaje “La música chilena en la cuerda floja”, la columna “Elvis blanco, Elvis negro”, el nuevo lanzamiento de Bruce Springsteen “Vaqueros y duendes” y las respuestas de Jorge González “Rompe el silencio” en la edición impresa. EL REVIVAL DEL VINILO Interesante la postura de González frente a la inminente caída de la producción de discos en el mundo. El líder Los Updates apuesta por reivindicar en vinilo como un formato más durable y elegante. “El problema de la piratería de CD es uno: es barato y sencillo hacer copias. Contra eso no hay mucho que hacer, excepto cambiar el soporte fonográfico, lo que estaría muy bueno, ya que el compact disc tiene una calidad muy limitada, más aún que la del viejo y querido vinilo. Incluso, por duración, tiene cosas que enseñar. Y, lo de tocar en vivo, nunca dejó de ser la manera verdadera de popularizar la música. En todo caso, la piratería es un asunto que ha beneficiado a algunos. Mira a Johnny Depp, de “Los piratas del Caribe”, ya van en la tres” Y como se ha caracterizado a lo largo de su carrera Jorge González opina sin complejos y observa a la distancia la manipulación de los medios de comunicación que actualmente influyen en Chile. “Ahora, igual me parece que ha sido saludable el chacreamiento tan obvio de la televisión, por ejemplo, porque la revela como lo que siempre ha sido, un invento alucinante mal aprovechadoDEL ROCK CHILENO, AHORA Por su parte Felipe Saleh redacta un extenso artículo sobre la realidad de la escena de nuevo rock en Chile. Aunque el titular resulta confuso “La música chilena en la cuerda floja”, porque la realidad hace años que es la misma, y en verdad la caída de la industria no significa que vaya a exterminar a los músicos, muy por el contrario, es ahora donde ser verán los mejores (intelectual y musicalmente dotados). “El “éxito” para la escena local significa juntar entre 150 y 300 personas en una sala pequeña, y entre mil y cinco mil personas en un teatro como el Teletón o el Caupolicán” dice el artículo, que aunque no descubre nada novedoso por primera vez lo veo escrito en un medio de comunicación. La realidad de las bandas locales es esa, y si consideramos que bandas como Kudai y Los Bunkers no lograron convocar en su totalidad las localidades del Teatro Caupolicán qué es lo que puede proyectar el resto. El circulo de lugares donde tocar y medios donde difundir es diminuto. Y en una temporada tan explosiva de conciertos internacionales la realidad local se hace más pequeña. Sin embargo paralelamente los últimos años se han capitalizado algunos circuitos que ajenos a los medios de comunicación funcionan con audiencias mayores a las de visitas extranjeras como The Magic Numbers y José González que si fueron atendidos por la prensa local. H-Sur, La Mano Ajena (una excepción dentro del catalogo del sello Azul, al que critique hace unos días) y géneros como el hip-hop y el rock metal hacen la diferencia a pesar del exilio mediático. Por su parte, los artistas locales más publicados de la nueva “escena indie” aún trabajan bajo ciertos códigos de difusión y en escenarios acondicionados a sus formatos. Gepe llena salas como el Cine Arte Alameda sin mayores esfuerzos a un precio superior al promedio de su generación. Javiera Mena llenó el recinto de Matucana100 porque tiene a su haber una sólida base de seguidores. Y Francisca Valenzuela deja alrededor de 50 seguidores fuera de los recintos donde se presenta. No podemos hacer diferencias alrededor de las ventas de discos. El anterior álbum de Bjork vendió 2 mil copias (en Chile) y Muza actualmente ya ha facturado 650 discos de “Terciopelo” en dos meses, es decir, todo un logro dentro de un escenario tan reducido como el capitalino. La venta de discos nunca ha sido negocio para los artistas, publicar un álbum hoy es generar un antecedente para dar inicio a otros proyectos o nuevas ventanas de emancipación artística y comercial. The Cure no necesita producir más discos si ya hizo lo que tenía que hacer, pero una manera de justificar su próxima gira es anunciar que presentarán algo nuevo, aunque eso sea lo menos interesante de sus futuras presentaciones. Y de todas maneras creo que en el artículo faltaron nuevas opiniones (siempre son los mismos. Casualmente ejecutivos que destrozaron la industria en los noventa o bandas que pese a sus esfuerzos no logran conseguir más audiencias que la que tenían hace un año). Hicieron falta voces de personalidades influyentes y creativas, como Rosert Fort del Centro Arte Alameda, un espacio importantísimo para la escena local, Gabriel Polgatti, periodista y director de radio Play (que sube velozmente en las encuestas), músicos que han trabajado en ambos costados del éxito como Joe Vasconcellos, Luciano Rojas y Colombina Parra, e incluso la voz de la Ministra de cultura por si conoce algo de todo esto. Y de todas maneras hubiese sido muy bueno hacer un scanner radial de lo que tocan las radios, qué bandas y cuánto suenan, porque si de algo se puede hacer negocio aún es con un buen single (de eso sabe Sinergia, Francisca Valenzuela y los disueltos Glup!). La música chilena nunca ha estado en la cuerda floja, incluso en régimen militar nacieron grandes nuevas canciones. El rock y pop chileno sigue y permanecerá en el tiempo mientras existan personas que quieran escuchar nueva música. Tarde o temprano el cancionero de Violeta Parra cobrará más valor del que hoy por hoy se le ha dado. Y de seguro esfuerzo constantes y talento de bandas como Jirafa Ardiendo, Rosario Mena, Manuel García y Mecánica Popular, Los Ex, Matorral, The Ganjas, La Mano Ajena, Casanova, Weichafe, Leo Quinteros, Javiera Mena, Lulu Jam, Usted No, Elso Tumbay, Muza aportan desde sus frentes sonoros. El artículo finaliza con una acertada afirmación de la Directora del Sello Alerce, Viviana Larrea; “El medio de difusión más importante es la radio. Pero la música como la que nosotros editamos no entra en las parrillas, hay un alto grado de discriminación”, algo muy cierto, pero se equivoca al intentar medir “Manuel García podría tener el mismo nivel de penetración que Luis Jara”. Las comparaciones nunca son buenas y reducir el nombre de un cantautor como Manuel García a la de un cantante como Luís Jara no tiene sentido y menos comparación. ¿Ven a lo que me refiero?, el problema no está en la industria de la música sino en los que trabajamos con ella. Y mientras decidimos qué se hace con la nueva música chilena y cómo rescatamos y valoramos todo aquello que paso, se agradece el interés y el razonamiento de LND con lo que a esta altura de las encuestas vendría a considerarse la contracultura de un país que baila mucha música pero que no escucha.

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