31 mar 2007

Rock de Derechas

Lo más curioso para los ejecutivos de Chilevisión es que ni su programa icono del debate como Tolerancia Cero genera tanto debate y escozor como SQP. Ni las opiniones más certeras ni los fundamentos mejor documentados de Guiller y compañía provocan tanto efecto en el Palacio de Moneda como si lo produce el espacio farandulero más influyente de la TV chilena. El pronóstico es claro, la pauta de SQP alimenta el movimiento editorial de al menos 3 señales de televisión abierta (CHV, MEGA y REDTV) y a los dos diarios más leídos por la ciudadanía, La Cuarta (COPESA) y Las últimas Noticias (MERCURIO). Y la conversación puede parecer tan pobre como los dichos de una modelo de pasarela en contra de una bailarina de pasarela hasta la explicita burla por sobre el rostro y estado físico de una conocida, modelo. Pero curiosamente también, es en este programa (único caso en la televisión chilena) en la que sus panelistas abiertamente mencionan la palabra dictadura sin titubear, y de paso revelan algunas de las peores trancas de la herencia pinochetista como la homofobia e intolerancia de algunos de sus más “brillantes” herederos como Kike Morande y Raquel Argandoña. La gran diferencia entre los panelistas del espacio farandulero y otros programas de discusión es que no dependen de ningún padrón electoral por la tanto pueden movilizarse desde la independencia política hasta el humor negro con la misma seguridad. Porque no hay nada más cómodo para un periodista que la subjetividad, y desde ese punto de vista cuestionar a Raquel Argandoña y a Rocío Marengo puede ser tan relevante como las abstenciones en los noticieros de análisis políticos donde claramente sigue pesando la restricción editorial. Entonces, una televisión donde nadie quiere diferenciarse por sus opiniones el panel SQP es visto como una opción violenta y desgarrada de hacer TV en Chile. Pero finalmente las opiniones vertidas en el programa no hacen más que representar abiertamente la parte oculta y más bizarra de una parrilla de programación limitada y poco audaz. Y si bien SQP como todos nosotros, trabaja bajo ciertos reglamentos y parámetros, siento que su postura es mucho más progresista que de la un montón de programas que predican en base a la autonomía (CQC, MQH, AR, Tolerancia Cero, 24 Horas, etc) pero que sin embargo públicamente no pueden enfrentar un montón de temas que puedan afectar la sensibilidad de quienes están en el poder económico, social, jurídico y político del país. Una de las discusiones, creo, más divertidas fue la que planteo la periodista Pamela Jiles en SQP cuando se refirió a la música de Gustavo Cerati como “rock de derecha”. Una teoría que he escuchado en más de alguna vez refiriéndose a todo esos músicos que mientras el continente latinoamericano sufría el terror de las dictaduras derechistas crearon e interpretaron himnos de amor y existencialismo. Algunos apuntan a Soda Stéreo de Argentina, otros en Chile señalaron a bandas como Cinema y Engrupo. Niños de clases acomodadas que hicieron música y participaron en los medios de comunicación mientras muchos otros talentos eran exonerados de los medios públicos por tener una visión social distinta a la del gobierno de facto. Claramente no todas las personas que escuchan a músicos como Gustavo Cerati son de derechas ni tampoco todos los que escuchan el cancionero de Serrat son de izquierdas. De hecho las altas sumas de los boletos para sus conciertos en nuestro país, son cancelados en su mayoría por personas que en la práctica tienen un voto conservador, aunque su actual condición social les diga otra cosa. Las contradicciones son parte de la vida y de las personas y es sólo cosa de escuchar los discos de un montón de bandas que en su discurso público han tomado una postura política pero sin embargo sus canciones son sólo la sumatoria de estribillos de amor o indiferencia social. Algo que también podría interpretarse como una opción política, pero que en el terreno cultural no significa mucho más de lo que suena. Bandas como REM o Bruce Sprinting participaron activamente en la campaña anti Bush, aunque curiosamente su público más cautivo tiene un voto republicano. Algo que en Chile se puede traducir en éxitos comerciales como los de La Ley, Aleste, Nicole y Chancho en Piedra en pleno periodo de la transición. Sin ser necesariamente de derechas sus canciones fueron himnos de una generación poco comprometida políticamente y desinteresada con lo que fueron los 17 años de régimen militar chileno. Por otro lado, Fiskales Ah Doc, Entrekalles, Los Miserables levantaron la voz por los jóvenes más descontentos con la nueva democracia y han trabajado hasta la fecha fuera de los medios oficialistas en base a esa condición. Revisando el cancionero popular chileno de los últimos 17 años de democracia, salvo bandas comprometidas del punk rock (Fiskales, Miserables, Supersordo) muy pocas bandas del pop y rock han tomado postura en sus sencillos radiales. Los Tres a principios de los noventa con "La Primera Vez", Los Bunkers debutaron en radios con “El Desaparecido” (1999) antes de grabar su primer disco y Makiza duplico las ventas de su debut con “En Paro” (1998), mientras que Mamma Soul alcanzo el disco de oro cuando en radios se difundía “Bendición” (2001), canción que la vocalista había dedicado a su padre asesinado. Hasta la canción “Las Horas” (2004) de Saiko, que dio titulo a su tercer álbum, dedicada a las madres de los Detenidos Desaparecidos. Aisladas de demostraciones de compromiso histórico de una generación de artistas que se han atrevido a tomar una ubicación a través de su propio arte. Porque aunque sea importante que voces como las de Francesca Ancarola reinterpreten parte del cancionero de Víctor Jara yo apelaría más a los homenajes propios y a la reivindicación social del Chile actual. Pero a la derecha y la izquierda actual no les incomodan los éxitos como “Te Enojai por Todo” de Sinergia y es más, incentivan su difusión en comerciales, e incluso en el programa del “Patrón de Fundo”. Y como en la televisión, también pretenden dirigir la música y las artes bajo la condición de entretener, antes que alguien se atreva a criticar la condición actual de la sociedad política, cultural y social chilena. Entonces me atrevo a cuestionar si detrás de este éxito hay órdenes editoriales que manejan la situación con la idea de distraer a quienes pudieran convertirse en futuros votantes. Porque si existiera una real política cultural del gobierno debiera existir el apoyo público para la difusión y desarrollo de proyectos artísticos que muchas veces terminarían cuestionando, a través de su arte, el actual panorama gubernamental. Bajo esa teoría es muy válido que Pamela Jiles y otros cuestionen si el éxito de Soda Stereo o la presencia de Cinema en los 80’s era producto de una conexión popular o simplemente su reconocimiento fue fruto de las condiciones políticas que genero determinado gobierno con la idea de distraer al electorado menos comprometido. Y en ese mismo cuestionamiento podríamos preguntarnos porque todavía bandas como Fiskales, Los Miserables o Santo Barrio, que tienen años de trayectoria y una de las cúpulas de audiencia más fieles del país, son eximidos de los canales oficiales de difusión. ¿Es qué alguien teme perder su puesto si toca un himno como “Cuando Muera”? Supuestamente en Chile no existe el rock de derechas pero si hay muchos que declaran pertenecer a la izquierda más comprometida, y claro que los hay. Pero si queda la duda en tanto para un montón de otras bandas que trabajan en el mainstrain y que por no incomodar o perder a parte de su audiencia consumidora prefiere abstenerse de las opiniones más importantes que como referentes generacionales debieran contestar y defender. A ellos, les exijo por lo menos cada vez que citen a Víctor Jara como un padrón cultural (una cita de moda en los últimos años) recuerden que el histórico cantautor vivió el éxito, murió y sigue vivo por haber tenido ideales y querer haber sido la voz de una generación. Haciendo un paralelo pop, esa es la principal diferencia entre un Sergio Lagos y Felipe Camiroaga, entre Jorge González y Claudio Narea, o entre Mauricio Redolés y Patricio Manns, ¿se entiende, verdad? Pretendo entonces escribir que Tolerancia Cero no es más que un resumen de análisis periodístico de lo que durante la última semana reportó El Mercurio y La Tercera. Y que SQP ha pasado de ser un programa de farándula burda a un espacio televisivo de discusión. Por lo que sus temas a conversar deben ser simples, divertidos y a la vez dramáticos, a la hora de emitir juicios. Es decir, tendrían la tarea cumplida, pero si a eso le sumamos pequeños ingredientes de chilenismos como el doble estándar y uno que otro gesto de apertura editorial (como el panelista gay) el show esta completo y no necesita más rendimiento del que ya tiene. Aunque quiero rescatar que por sobre otros exitosos programas de televisión el estelar del mediodía goza de cierta liviandad y da la cara al mal gusto sin tantos rodeos como si lo hacen otros programas del rubro. Y que pequeños gestos como decir “dictadura” cada vez que se puede, se agradece, porque es importante de que en u otro momento la TV de este país reconozca que en 17 años se vivió una dictadura de derecha, y por qué no, hablar también de lo fácil que fue la vida para algunos en aquella época, rostros que ahora se conservan en la televisión en la categoría de “clásicos”. De los personajes menos pensados podemos recoger nuevas ideas, o por lo menos recuperar la discusión. SQP ¿es lo que la gente quiere, espera o cree de la televisión chilena actual?, o ¿es lo que Piñera quiere que el país vea? A veces tiendo a creer que es la televisión que nuestra generación merece, simplemente porque nos pasamos la vida pensando en nosotros mismos y cuestionando nuestro entorno mientras algunos otros se habían pasado la vida levantando banderas de revolución y libertad. Pero se cansaron de tanto esperar a que otros se quisieran sumar, y con el paso de los años no hay ni tanta alegría ni tanta democracia. Y lo peor de todo es que estamos inversos en una mentalidad cada vez más personalista y menos participativa. Entonces si no nos movemos seguiremos viendo lo que otros esperan que veamos, y vamos a continuar escuchando lo que otros quisieron que escucháramos, sin embargo creo que hay algo que aún no han logrado cambiar y es que podamos seguir pensando y cuestionando el actual proceso de las cosas, y por sobre las causas y las desmotivaciones los avances deben comenzar ahora. Y esto no depende ni de SQP ni de las canciones de Cerati o Serrat, y tampoco en los pronósticos de Tolerancia Cero, sino que en nuestra propia voluntad por querer mejorar las cosas. Y da lo mismo si la canción es de alguien de derecha o de izquierdas, lo importante es que exista el rock mientras movemos las cosas.

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