30 sept 2007

La Marcha del Orgullo Gay chileno

¿Por qué para La Tercera y El Mercurio el evento que reunió a casí 10 mil personas marchando por la Alameda no es noticia?
Durante los últimos 10 años en Chile se realiza la Marcha del Orgullo Gay, encuentro contracultural, que en cada una de sus ediciones duplica la última convocatoria. Desde Plaza Italia hasta La Moneda diversas organizaciones sociales, políticas y activistas independientes caminan por la principal avenida del país cantando y bailando por nuestros derechos civiles, justo en medio de grandes edificios y la mirada de transeúntes que no siempre entienden que este país es de todos.
Medios como El Mercurio y La Tercera no les interesa cubrir y ni siquiera citar entre sus influyentes páginas lo que los homosexuales de Chile podamos hacer. Bueno, en realidad nunca les ha interesado mucho lo que los chilenos pueden hacer si son los mismos medios que calientan la pauta diaria con Marlen Olivari, o quienes durante años retrataron la vida familiar y social de Pinochet, Bolocco y Don Francisco. Entonces difícilmente les interese que La Marcha del Orgullo Gay 2007 en Chile convocó a 10 mil personas, que fue una fiesta y una protesta pacífica, y que sin las maniobras políticas y comerciales, que tuvo la despedida de Pinochet con seguidores y retractores, este fue un evento mucho más másivo y espontáneo que los funerales del dictador.
Y por lo que veo a las noticias los únicos homosexuales que les interesan son los que violan o matan, por lo que tampoco podemos esperar una cobertura decente y menos reflexión sobre lo que ahí está pasando.
¿Dónde esta Jordi Castell y Simonetti?, hombres que han lucrado con su condición. Uno como sex symbol farandulero y otro como escritor de novelas con temática homosexual, ¿dónde están? Seguramente el mesero del Catedral se retraso con la cuenta y no alcanzaron a llegar a la manifestación.
¿Y Nicole, qué hace en la Marcha? Bueno, aunque la cantautora no es homosexual pero tiene muy claro que muchos de quienes alguna vez han comprado sus discos estaban ahí, y en cierto modo esta es una manera de agradecer la fidelidad con una audiencia que princípalmente enfrenta el exilio social e incluso desde artistas que reniegan de su público (según Marta Sanchez y Paulina Rubio ellas representan a muchas mujeres feministas).
Hay tanto por hacer por este país. Tanto le falta a Chile en principios como la educación, el respeto y la desigualdad civil. Pero a los medios no les interesa retratar la realidad, sino que hacer la hora desde sus asientos de trabajo a la espera del próximo boletín de una agencia internacional, y cortar y pegar sin mayor esfuerzo.
La Marcha del Orgullo Gay no es la caricatura de una parte de la sociedad, sino que somos y avanzamos en ella, y formamos parte de su economía, del crecimiento, en la discusión y los resultados de mucho de lo que se hace en este país, aunque todavía no es suficiente.
Este Chile mediocre, que se preocupa más por la piel de Julio Iglesias que por su irregular acento vocal.
Gracias a Las Últimas Noticias hoy por la inédita cobertura (aunque tampoco sea la mejor), y espero que TVN pueda sacar adelante el trabajo documental que se registró ayer por la tarde.
Nacer gay en cualquier lugar del mundo nunca ha sido fácil, pero algunos han logrado levantar la frente y la bandera con el único objetivo de pavimentar la ruta de la libertad para que generaciones como la nuestra podamos vivir y salir a la calle a participar de una manifestación que pretende servir de antecedente para que en el futuro no existan más evengelicos protestando contra los homosexuales (como sucedió ayer), para que El Mercurio y LaTercera hagan mejor su pega y porque Castell no sea el único homosexual que puede decir cosas en televisión.
Yo soy orgulloso de lo que soy, y soy homosexual aquí y en cualquier lugar del planeta. Y soy homosexual, y soy chileno, hijo, hermano, trabajador, y eso no me hace distinto a cualquier otro, sólo nos hace diferentes. Y algunos nos diferenciamos por nuestros esfuerzos y otros simplemente porque cumplen pasando el día.
Y más que estar orgulloso de lo que puedo o no hacer en la cama, soy orgulloso de ser y hacer lo que soy en un país donde nuestras diferencias pueden ser culturalmente brutales. Y yo puedo levantar la mano, alzar la voz o recoger mis cosas y retirarme si esto no me gusta, porque soy libre, y mi libertad no está en el discurso de Bachelet ni en las pautas de los diarios. Mi libertad está aquí, entre lo que soy y mi orgullo.