18 jun 2024

Ana Tijoux ya no saca la voz

La voz más internacional del rap chileno, reconocida por su talento y activismo “antifa”, ha abandonado la crítica política y la contingencia nacional durante la promoción de su primer disco en una década ‘Vida’. Y Tijoux sí protesta en Instagram o en X por el conflicto en el Medio Oriente pero dejó de quejarse por todo lo que ocurre en su país para no afectar su relación con el actual gobierno, uno de sus principales clientes.

No son 30 pesos son 30 años” proclamó la rapera francochilena Ana Tijoux en medio de las incendiarias protestas desatadas en Chile en octubre del 2019. Y como artista con opinión se mantuvo activa en actos y eventos de la oposición al gobierno del Presidente Sebastián Piñera, etapa en la que lanzó ‘Cacelorazo’ y otros temas inspirados en la insurrección: ‘Antifa dance’, ‘Pa qué’ y ‘Rebelión de octubre’. También apoyó la campaña política del pre-candidato comunista Daniel Jadue, a Bernie Sanders en EE.UU y por el actual presidente electo Gabriel Boric, además de los mítines del “Apruebo” para el plebiscito por la fallida propuesta constitucional (rechazada con el 62%). Siempre posicionada en la izquierda en consecuencia con su historia familiar (hija de padres militantes del MIR) en la temática de sus canciones desde sus inicios en los 90’s con Makiza, su primer grupo de rimas -puntiagudas y transgresoras- formado junto a otros tres jóvenes hijos del exilio.

La palabra 'política' estuvo sobre la mesa desde que tengo uso de razón. Influyó en los juegos que me regalaban, las lecturas, las conversaciones, la música que se escuchaba... La política siempre fue un pilar de nuestra casa y de los valores que recibí” explicó Ana Tijoux en El Periódico de Cataluña .

Su madre es María Emilia Tijoux, filósofa, socióloga, activista pro-inmigración (“miren por la ventana, los inmigrantes están moviendo el país”), académica en la U.de Chile y parte del directorio de la cuestionada UAR (Universidad Abierta de Recoleta) liderada por el procesado alcalde Daniel Jadue, además de ser un referente en proyectos teóricos del Fondecyt. Mientras que su papá biológico Douglas Olivares se suicidó cuando Ana tenía 12 años, como reveló en su primer libro.

La cantautora se define “de izquierdas y feminista”, aunque también es parte de una tradición comunista y hace cosas de comunistas como blanquear al régimen venezolano de Hugo Chávez, la dictadura cubana, el terrorismo en la Araucanía o celebrar el ataque del 7 de octubre 2023 (independiente de los motivos y las opiniones que se pueden buscar para justificar el ataque). Curiosamente, siempre donde hay fuego y violencia está Ana. Artista avalada por los elogios de publicaciones musicales de EE.UU como Billboard y Rolling Stone que han colaborado en su prestigio, y también como una figura intocable para el periodismo chileno que recomienda cada uno de sus lanzamientos desde el éxito internacional de su tema ‘1977’ (2009), el más popular de su trayectoria tras su colaboración con Julieta Venegas ‘Eres para mí’ (2006). 

Y este 2024 después de 10 años lanzó su quinto disco ‘Vida’ (2024), el menos político desde su olvidado debut solista ‘Kaos’ (2007) eludiendo la contingencia chilena en su residencia en Barcelona, inspirada en procesos más personales como la muerte de su hermana. Un trabajo en que la artista toma distancia de la subversiva polemista que hasta hace dos años tenía opinión para todo (incluso para provocar a la farándula), en una etapa que podría entenderse como un proceso artístico distinto pero que también deja camino a la suspicacia entre quienes conocen su personalidad, pero no precisamente por el periodismo activista y condescendiente (que la prensa musical sólo cuestiona a los artistas que no les gustan). Pero la explicación y sospecha es que este cambio se debe -probablemente- para no incomodar al actual gobierno y a los adherentes más ortodoxos alérgicos a la crítica.

A diferencia de hace un par de años donde todo era fuego y protesta Tijoux sólo postea de sus conciertos, su disco y por supuesto de Palestina, utilizando un conflicto tan ajeno como lejano para evitar referirse al saqueo político de las fundaciones ligadas al oficialismo y el lento actuar ante las tragedias propias de Chile. En las muy pocas referencias públicas que ha hecho en torno a la contingencia nacional comentó que Están gobernando con miedo y creo que mucha gente lo está sintiendo. Acá dominan las corporativas, acá gobierna la oligarquía” dijo al diario El País en mayo del año pasado.

Pero ¿Dónde está la Ana Tijoux combativa que quería “quemarlo todo”, que celebraba la protesta social contra el modelo y que tenía un constante discurso sobre la desigualdad en Chile? Qué le hicieron, que ahora sólo aparece una artista limitada a hablar de su inofensivo nuevo disco y que en entrevistas desvía la actualidad, incluso en un podcast politico ideológicamente afín como el programa español Carne Cruda. Que postear de Palestina es un escape y también un artilugio, una opinión inocua que sólo le importa a su tribu, en el filo de la consciencia humanitaria y el marketing personal, porque su empatía no es para todas las víctimas y siempre tiene un sesgo político.

Tal vez es que la cantautora oculta su descontento o rabia por un posible conflicto de interés ante el riesgo de perder contratos con el Consejo de la Cultura y municipios afines (el beneficioso clientelismo cultural con contratos directos y facturas a sobreprecio del valor mercado), y que atendió los consejos de quienes recomiendan no criticar al mismo gobierno que la invita a interpretar el tema de los Juegos Panamericanos ($119.000 millones facturó el productor del jingle DJ Bitman). También por los contactos de su progenitora y representante con el gobierno.     

Es lo que suele pasar cuando la rebeldía se vuelve institucional, que los artistas se tienen que alinear al discurso oficial y el arte se convierte en propaganda. Y que es difícil ser anti-sistema siendo parte del mismo stablishment, incluso compartiendo principios e ideales pero donde se tiene que esconder la crítica y no se permite discrepar ya sea por conveniencias, temor al castigo de los seguidores más militantes o para no abrir discusiones que puedan ser utilizadas por otros intereses. Por eso Ana Tijoux y la mayoría de sus pares activos en la campaña del actual gobierno llevan dos años sin opinar (que los artistas en campaña son artefactos de promoción pero no mueven votos).

Quizás habrá que esperar que esperar un cambio de gobierno para que volvamos a escuchar la furia de Tijoux que hasta hace unos años era una voz del descontento y denuncia pero que actualmente, por alguna razón que no se dice, se ha quedado afónica y no puede sacar la voz.

Roberto Carreño

PRENSA y DIVULGADOR MUSICAL FREELANCE

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