El reguetón y la música urbana es popular porque sus letras son directas y sinceras, algo que el rock en español no tiene desde hace mucho. Y el rock chileno en general en su historia ha sido demasiado etéreo o rebuscado en sus temáticas, con famosas excepciones como los primeros años de Los Prisioneros dotados de canciones espinosas y creíbles, hasta el pueril sentido del humor de los Chancho en Piedra, pasando por la protesta sin pudor de Los Miserables a la simplicidad pop de Los Bunkers. En cambio para la mayoría de los éxitos de Los Tres, Lucybell o La Ley existen varias lecturas porque lo suyo no era precisamente un lenguaje explícito.
Pero desde hace mucho que el rock nacional perdió su gracia, sus principales exponentes envejecieron y se han convertido en grupos del recuerdo (sus más recientes éxitos promedian los veinte años). Mientras que los proyectos que emergieron durante la última década (Ases Falsos, Niños del Cerro, Lanza Internacional, Alectrofobia) nunca han estado a un nivel competitivo, ni de cerca de lo que fueron los años 90's con bandas movidas por la industria del disco.
También una absoluta excepción y éxito los más de 120 mil tickets vendidos por Los Bunkers para su gira de reunión, aunque es una convocatoria que apeló al recuerdo de sus fanáticos (después de dos proyectos fallidos por separado de sus integrantes). Y es que hace mucho rato que no está pasando nada con el rock chileno o en la música de guitarras (probablemente desde el disco ‘Música libre’ del mismo quinteto penquista), excepto por la retórica en torno a algunos grupos asociados a en las radios FM y para la adolescencia de quienes hoy también somos adultos. Sumado que en el caso de Los Bunkers la curiosidad y expectativas de jóvenes que vieron por primera vez a la banda (como pasó con la reunión de Los Prisioneros en el 2001 y Los Tres en el 2006). Pero una falta de contenido que tampoco se resuelve con sacar discos nuevos por lanzar, porque para bajar el nivel es mejor mantenerse en el pasado. Por ejemplo, Saiko desde que volvió su vocalista original han sacado un par de álbumes desechables y Nicole tiene un último disco bastante inocuo.
Sin embargo el rock chileno está “fondarizado” (a base de FONDART) en un estado estereotipado, genérico e inofensivo, con temas producidos a medida de las agregadoras digitales y una promoción basada en discusiones de moda pero con temas que no movilizan nada. Y no es culpa del exceso de reguetón en los medios ni la distorsión que esto crea en la sensación ambiente (en que los clásicos de siempre siguen intactos), la responsabilidad está entre los músicos de rock y pop que se han acomodado en sus patrimonios personales (derechos de autor, contratos para el Consejo de la Cultura, municipalidades y show para fanáticos) que no están dispuestos a invertir ni arriesgar nada, pidiendo un FONDART para grabar un disco, hacer los vinilos y una gira porque no pierden nada, y que a lo máximo que podrían aspirar es a un galvano en una alguna aburrida y poco representativa ceremonia musical de premios donde lo más llamativo es el comediante invitado (literal).
Y es que sí en los últimos años Ases Falsos es la banda joven de mejor convocatoria y crítica es que el nivel está bastante bajo, aunque en todo caso estos no dependen de los FONDART ni se postulan a los premios Pulsar, ahí al menos la actitud rock la tienen. Pero al rock chileno actual le falta rock, ganas, credibilidad y peor aún, algún toque de gracia.