"Seguimos siendo un pequeño y bello país al fín del mundo. Una nación conservadora que aspira a vestirse de moderna. Pero que en la práctica valora más a un Bob Dylan que a un Víctor Jara, o una Madonna por sobre la legendaria Violeta Parra".
Tengo 26 años, pero hay días en que siento que aún sigo siendo un niño. Encender el televisor por las mañanas no tiene mucha diferencia con la macabra visión de los editores que trabajaron para el régimen militar (los pobres son pobres, los ricos son ricos). Entonces medio dormido a veces creo que debo correr para no llegar tarde al colegio. No sé si es idea mía, pero tengo la impresión de que son las mismas caras que en los años que yo cursaba la enseñanza básica las que conducen la televisión actual. Y me confundo más cuando aparecen en pantalla Cecilia, Raquel, Paulina y Patricia, que extrañamente cada vez me parecen más jóvenes ¿Será esto uno de los “beneficios” de la pantalla plana?, o definitivamente ¿son los desperdicios de una televisión plana?
Pero vuelvo a lo de los matinales, que por cierto nunca se renovaron tampoco (aunque cambies los payasos el circo sigue), y el esforzado trabajo de producción que requiere la lectura de diarios (que es una sección, ojo) se vuelve insostenible cuando escucho a Camiroaga (el animador juvenil de los 80`s y del matinal de RTU) leer con tanta soltura lo que un periodista profesional subrayo antes en reunión de pauta, y peor aún, un artículo que otro periodista trabajo toda la tarde anterior para justificar su sueldo en el diario para el que escribe. Con esto, se hace muy difícil saber para quién realmente uno trabaja.
Así que como veo y asumo que por las mañanas la televisión no tiene nada mucho que ofrecer, recupero la consciencia de mis 26 años, compruebo en el calendario de que estamos en el 2007 y continúo en mi búsqueda de información. Enciendo el computador y reviso cada uno de los medios escritos capitalinos. Pero me encuentro con que, Soda Stereo es la banda más importante de Latinoamérica y The Police es el concierto internacional más esperado. Se me rebobinan los años nuevamente ¿Qué pasa?, la Bolocco aparece como el personaje del año y los Larraín los autores de un humor "irreverente". Más confundido aún, enciendo la radio y el locutor anuncia una canción de Los Prisioneros “la banda más importante del rock chileno”. ¿Es este el Chile del nuevo siglo?
Yo ya me empiezo a sentirme como en el ’87, y quiero creer que mi mamá me prepara el desayuno y que no tendré que salir porque llueve demasiado. Pero suena mi celular, es uno de mis jefes que esta furioso con la nota del diario de hoy, dice qué cómo es posible que el diario escriba eso y no sean capaces de llevar una nota con su evento (como si yo me sentara con los editores a revisarle sus pautas). Yo no alcanzó a reaccionar cuando me dice “te llamo después” y abandona la llamada. Me voy a la cocina por un café y mientras preparo unas tostadas pienso en lo mucho que hay por hacer, y más en todo eso que pudo cambiar pero no se hizo. ¿Es qué en estos 20 años no ha pasado nada en este país?
Probablemente en estas últimas dos décadas hemos perdido a personas, habremos descubierto y encontrado a otros, e incluso tal vez hemos vivido mucho más de lo que creíamos. Y por cierto el país también ha cambiado, parece un poco más tolerante y al menos trabajamos bajo un régimen democrático, lo que con el tiempo parece una fortuna. Pero mientras el mundo internacional se vuelve más competitivo y deshumanizado pareciera que cada vez nos hemos alejamos entre nosotros mismos. Y mientras unos hablan de operaciones, senos, engaños y ambiciones de la farándula, existen miles de chilenos incógnitos con una historia contar, que dejar, mostrar, enseñar. Hay personas en el Arte que están describiendo el Chile más reciente y el actual, en fotos, filmes, documentales, libros y música, alimentando el patrimonio. Pero a los influyentes medios de comunicación pocos les importa, y la “investigación periodística” se limita muchas veces a lo que envían las agencias o lo que una importante revista internacional llevó en su última edición. Perdón, pero se imprime mucho papel en información que no tiene mucho sentido para un país como este. La realidad de las estrellas de Hollywood está muy lejos de la nuestra y la verdad de los personajes de nuestra televisión nunca la conoceremos del todo, así que tanto esfuerzo es en vano.
Seguimos siendo un pequeño y bello país al fín del mundo. Una nación conservadora que aspira a vestirse de moderna. Pero que en la práctica valora más a un Bob Dylan que a un Víctor Jara, o una Madonna por sobre la legendaria Violeta Parra. Es que entonces carecemos de identidad como chilenos y por lo mismo que no nos extrañemos si en los próximos libros se describen a los 17 años de censura y represión como una “anécdota” más en nuestra historia. Si hoy se permite que las divas de la farándula Pinochetista sigan apareciendo como las mujeres más influyentes de la televisión nacional es que algo sigue mal, o alguna pieza de todo esto se debe cambiar.
Quizás estos 18 años de democracia no han sido suficientes y todavía falta el recambio generacional que permita una apertura mayor, una discusión más realista y más personas interesadas en la descripción del Chile en desarrollo. Y en un país donde la televisión juega un rol tan influyente en la visión de una importante mayoría de chilenos es necesario dotar de mejores profesionales y contenido lo que actualmente se muestra. Yo ya cumpliré 27 y sigo creyendo que Araneda es la reencarnación de Maluenda, y eso me da hasta miedo. Espero no tener que aguardar los próximos 20 años para ver una televisión madura, triste sería mirar la pantalla y sentir que en dos décadas no ha pasado nada, y yo aún sigo despertando como a los 27.