2 oct 2011

Música Chilena; Hay que irse del barrio

Javiera Mena; Pop en ascenso

Desde Madrid o Calama se puede descubrir que en Santiago de Chile algo interesante está pasando con su música y nuevas voces. Y una serie de artistas pop se revela en el pequeño circuito capitalino para protagonizar un género de música alternativo, desprejuiciado y cosmopolita con el estilo que le gusta a las revistas de moda, sin embargo el auspicioso momento de la música hecha en Chile todavía no se válida en nuevos públicos y salvo, los mismos de siempre, pocos grupos están en condiciones de llenar un teatro para más de mil personas. 

"Son artistas que acá tocan en clubs, a veces para marcas que los financian porque los consideran auspiciables, pero dónde está la carrera real que están armando a largo plazo" decía Carlos Fonseca (histórico manager de Los Prisioneros y actual representante de Manuel García) al diario Las Últimas Noticias como parte de un reportaje a la Nueva Música Chilena que destacó el diario El País de España en febrero pasado y que se convirtió en el principal documento de promoción de estos grupos para la prensa local, los mismos medios que habían sido indiferentes con los discos de Dënver y Ana Tijoux

Pero la pregunta de Fonseca es la duda de muchos, qué pasa con estás bandas fuera de los elogios en blog´s y las páginas de sociales. No se puede negar que ha existido un avance y que hay una sensación mediática que ha favorecido el crecimiento de varios de esos nombres, al punto que pueden recorrer el país con público en salas y teatros masificando su género, que ha nacido fuera de la estructura de los grandes sellos y la influencia de televisión como medio de promoción, un progreso mayoritariamente online y tocando "en la medida de lo posible". Sin embargo aún falta el soporte tradicional de la radio que pueda fortalecer el repertorio, principalmente en regiones donde está el mayor negocio de música en vivo, con festivales y fiestas populares que todavía eligen a  las bandas de hace 15 y 30 años. 

Aunque no sé muy bien si son los artistas de este movimiento quienes reniegan de las radios o estás son las que no los aceptan. 

Internet es masivo pero son los medios tradicionales los que certifican ante municipalidades, marcas y productoras de eventos. Un ejemplo es lo que significó el programa Rojo Fama Contra Fama que sin estar al aire todavía sostiene la carrera de varios de sus ex concursantes. Un minuto en televisión sigue pesando más que las 100 mil visitas en Youtube. 

Surge la idea pero aún no está el concepto de escena, donde el movimiento local sea más rentable para los músicos y quienes trabajan en torno a las bandas (sellos, promotores, agencias, manager). Porque para sostener esto en el tiempo hay que entender que la música también es un trabajo en el que se invierte para ganar, y si bien es válido que algunos se apoyen con el financiamiento estatal (Fondo de la Música) en algún momento habrá que hacer efectivo el resultado de esos proyectos y poder autofinanciarse para dar paso a nuevos protagonistas. 

Por eso si alguien se siente más especial o que tiene más mérito por ser "independiente" sepa que es solo una condición y no un status, porque estar en un sello tampoco es garantía de algo. 

Así como me parece justo diferenciar entre quienes salen a hacer conciertos afuera y aquellos grupos que viajan con financiamiento estatal (FONDART, DIRAC) que anuncian gira a Europa como si fueran un descubrimiento y no pasan de tocar para un grupo de amigos y conocidos en un bar, porque no es lo mismo que viajar contratados y convocar público. 

Entonces por un lado existe la teoría de que la música chilena pasa por súper momento, olvidando que en décadas anteriores surgieron grandes sucesos con valor internacional mucho más realista que lo que se lee ahora. 

En la practica hay una distancia entre las bandas, los discos, videos, singles y la "escena" con el público masivo. Hay que considerar que la abultada oferta internacional consumió la agenda y prioridades del público, pero también creció la exigencia y los valores son incomparables. Un solista inglés, cualquiera, puede venir con su guitarra o pinchar discos y cobra cinco veces el valor que cualquier cantautor de moda local.  

Y ni siquiera se puede pensar en grandes escenarios, hasta ahora Los Prisioneros son el único grupo que llenó el Estadio Nacional (56.000 por noche) en su show de regreso, así como Los Tres lo lograron en el Arena Santiago (12 mil por noche) pero todos -incluidos estos- hoy no superan la capacidad del Teatro Monumental (4.500 personas) a no ser que sea un evento con todos juntos (como La Cumbre del Rock Chileno). No hay bandas de estadio actualmente en Chile, y hasta hace 10 años, Joe Vasconcellos, Chancho en Piedra, Sol y Lluvia, Lucybell por nombrar algunos podían llenar recintos para 10 mil personas cómodamente (coincidiendo con un periodo donde casi no se hicieron shows internacionales). Mientras la mayoría de la nueva escena circula en teatros para 300 a 500 personas y solo Los Bunkers llenaron el Teatro Caupolicán con un valor de entrada mayor al promedio nacional ($11.000 y $26.000) ¿será que perjudica el exceso de oferta?

Las productoras internacionales compran paquetes de tour internacionales pero no producen artistas locales (pocas excepciones) por eso está nueva camada se gestiona muy ajena a los grandes escenarios y un desarrollo más sustantivo. Para el posicionamiento local a lo menos deben pasar 10 años de actividad para cada banda (Chico Trujillo y Manuel García son ejemplos de ese cálculo). 

Además de público los grandes conciertos arrastran la mayor cobertura de prensa (recordemos la locura que fue la visita de Madonna con portadas y secciones completas dedicadas a su show) y mucha publicidad por lo que concentran gran parte de la atención. Es por eso que la producción local debe saber reconocer y capitalizar sus medios, reforzarlos todo lo posible (Radio Uno por ejemplo) y no cancelar el show porque la misma noche toca otro grupo importante. La gran meta es generar audiencias. 

Por eso más que financiar carreras el Estado debería involucrar recursos en implementar  plataformas para el desarrollo de la música, como salas de conciertos, teatros y beneficios a locales que inviertan en producción de tocatas. Un problema de la "escena" actual es que termina tocando como se puede y eso sucede en la capital y regiones, donde se multiplican los costos debido al traslado y alojamiento. 

Aunque en paralelo los grupos, además del esfuerzo de tocar, deben actualizar su espectáculo para competir en un negocio que se ha hecho mucho más transversal. Con el zapping online una carrera podría cambiar en cosa de meses. Por eso es clave el buen uso de espacios, comunicar lo justo y necesario, potenciar el repertorio y demostrar constante desarrollo musical.

Es de esperar que las próximas temporadas las bandas de recambio puedan generar más público y abrir camino a los emergentes, porque mientras el desarrollo de esta camada de grupos y solistas se mantenga encerrado en fiestas privadas con cerveza gratis resulta difícil definir el buen momento de la música chilena.

Si trata de creatividad de eso hubo siempre, el punto es que esto se escuche, conozca y aprecie como corresponda más allá de su "escena". Porque sin ser ambicioso hay que querer más de lo que hay y pasar a ese 'Siguiente Nivel' que cantó Javiera Mena como himno de su generación y que después de 9 años de carrera lidera su propia escena, reconocida como la más original y prometedora del movimiento actual, y que hoy hace carrera en España donde claramente tiene más opciones gracias a Internet. 

Mientras Chile no tenga las condiciones, los medios y suficiente público interesado los músicos nacionales tendrán que dejar el barrio y eso pasa desde hace 40 años con todos los históricos de la música chilena con sello y pleno auge de la industria local. Ojalá que lo que está pasando actualmente logre hacer un quiebre y no sea otro destello de un par de buenos discos  y  ilusiones periodísticas, basta con pensar en cuántos grupos "promesa" se formaron y disolvieron en los últimos 10 años acusando que no los tocaron en la radio y sin reconocer que no vendían más de 20 entradas por concierto.