31 jul 2009

El Derecho de Escuchar en paz

En tiempos donde no se venden discos es imposible medir o comparar éxitos, también es bien dificil definir que es un "hit" radial porque las emisoras están cada vez más segmentadas, y hay conciertos que se llenan con solo invitaciones, así que todo "suceso" podría ser cuestionado desde algún punto de vista. Aunque por sobre todo esto queda y persiste la música, especialmente aquella que conecta y es capaz de transferirse espontaneámente hasta quien se interese. Cada vez que un medio habla del éxito internacional de la ex estrella del programa Rojo de TVN es bien fácil desmentir la información si se busca en Internet y comprueba que tales logros no existen o que están sobredimensionados por el sello, su agencia de comunicaciones y los mismos medios que publican los comunicados. Por otro lado está el ejemplo de Gondwana o Myriam Hernández, con más conciertos que ningún otro grupo o artista local en distintos puntos del continente, contratados y muy bien remunerados (sin la necesidad de una firma gubernamental o de un sindicato de músicos) pero los medios chilenos no están interesados en titular esa información. ¿Qué sucede? Como en todo, existen intereses, y a veces esos juegan a favor o en contra de ciertas ideas o personas, dependiendo el punto de vista editorial de un medio o desde la exclusiva posición de quien redacta. El problema no es que un medio apoye la promoción de un artista, es su decisión asi como tambien su riesgo, el conflicto está que ese mismo espacio no se abre para otras opciones y que algunas veces se pierda el fundamento de la crítica sólo por cuidar relaciones. Cada vez que se habla de un éxito o fenómeno es súper sencillo medir el alcance, hoy medios como Youtube, Myspace o Facebook entregan cifras de búsqueda, y por ejemplo, basta con ver cuántas visitas suman los primeros 5 clips más vistos de Gondwana versus lo que registran los "regalones" de la prensa musical. Es que si van 100 personas a un concierto y el video marca mil visitas es que está claro que estamos hablando de un muy pequeño éxito en el último país del fin del mundo. Tampoco se trata de restarle importancia a lo que están haciendo artistas que conovocan 100 personas (es lo que muchos de mis artistas favoritos convocan) pero hay que tener un mínimo de respeto por la trayectoria y estilo de vida musical que han forjado muchos otros artistas que han sido injustamente vedados por la prensa capitalina, la necesiten o no. De hecho, el concierto por los 50 años de Joe Vasconcellos en el Teatro Caupolicán ante 4 mil personas no tuvo cobertura en prensa musical, y luego te encuentras con La Nación titulando "Más de mil personas llegaron a ver a Chinoy al Cine Arte Normandie", cuando la capacidad del recinto es menor a 400. Cuidado con usar la palabra fenómeno, éxito y sus derivados, que eso crea más expectativa pero también proclama las dudas. El efecto real en la música es incalculable, pero a veces el tiempo es el que le da más valor o la razón al artista. Quizás ahora estamos muy afectados por las modas y los 17 años de gobierno militar, y todavía no alcanzamos a apreciar tanta o más música que la que escuchamos ahora. Me gustaría llegar a viejo y que el tiempo me permita escuchar un disco sin tantas razones o prejuicios, sino porque simplemente merece ser escuchado.